En política, los gestos importan. Y no es casualidad que ayer el alcalde en funciones, Daniel de la Rosa, se reuniera con la portavoz del PP en el Ayuntamiento, Andrea Ballesteros, para ofrecer a los populares algunos acuerdos, unos más trascendentes que otros, para el futuro más inmediato de la política municipal. Y no fue inocente que a Vox, la tercera fuerza que tendrá representación en la próxima Corporación, no fuera invitada para abordar las mismas cuestiones y hacerles partícipes de sus propuestas.

Los socialistas saben que es difícil que la derecha no se entienda, pero también son conscientes de que sus únicas posibilidades las van a jugar en las próximas tres semanas. Lo que obliga a De la Rosa a moverse. Para evitar que el PP y Vox lleguen con un acuerdo al Pleno de investidura o para que al menos no cierren la conformación de un Gobierno de coalición.

Es así como se explica que el líder socialista quisiera verse con unos y no con otros. Para tratar de seducir al PP e intentar aislar a Vox. Encima de la mesa se pusieron asuntos menores, pero que convenía cerrar con urgencia, como son la elección de los pregoneros de las fiestas de los Sampedros o la posibilidad de que Burgos acoja la Final Four de ascenso a la ACB. Y junto a eso, otro asunto, este sí de gran calado, como la modificación presupuestaria que se ha aprobado ya de manera inicial, pero que debe certificarse de manera definitiva.

Lo primero que hizo De la Rosa es preguntar si el PP tiene pensado votar a favor de la modificación presupuestaria que se cocinaron entre el PSOE y Cs, a lo que Ballesteros respondió que esa decisión la deberá de adoptar la próxima Corporación (...).

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