El coche del mañana

L.M. / Burgos
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La multinacional burgalesa Antolin desarrolla junto al ITCL el proyecto Genius, que busca dotar al interior del automóvil de funciones que se controlen de manera autónoma gracias al desarrollo de la inteligencia artificial

El simulador cuenta con dos modos: uno por autovía y otro más urbano. - Foto: Alberto Rodrigo

El sector de la movilidad está en un momento de cambio radical. Esta evolución no se circunscribe única y exclusivamente al paso del motor de combustión a otro más respetuoso con el medio ambiente, sino que se amplía al concepto del vehículo conectado, autónomo, eléctrico y compartido. Dentro de este proceso, que se acelera a cada día que pasa, la multinacional burgalesa Antolin está tratando de hacerse un hueco destacado dentro del mercado mundial de la automoción con el proyecto Genius.

«El objetivo es dotar al interior del automóvil defunciones que se controlen de manera autónoma e inteligente», explica Diego Val, responsable de Sistemas Funcionales de Antolin. Este trabajo pionero, que tiene en la inteligencia artificial uno de sus pilares, trata de mejorar al máximo la experiencia del usuario cada vez que se sube al coche. De este modo, investigan el desarrollo de sistemas capaces de mostrar estados cognitivos y emocionales, así como el confort y la salud de los ocupantes mediante la correlación con parámetros biométricos a través de sensores.

Para tal cometido están contando con el apoyo, además de sus propios trabajadores, de todo tipo de expertos en materias como la neurología, la psicología, el conocimiento cognitivo, el estudio de las emociones. En colaboración del Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL), Antolin ha dividido el proceso de desarrollo en etapas.

Interpretamos los datos para descifrar los modelos y relacionar los parámetros con el estado del conductor"
Diego Val, responsable de sistemas funcionales en Antolin

La inicial, que ha arrancado recientemente, se centra en la explotación de un laboratorio de experiencias que incluye un simulador virtual de conducción. Los datos obtenidos por el medio centenar de voluntarios van desde los parámetros fisiológicos (ritmo cardíaco, oxígeno en sangre, actividad electrodérmica de la piel, actividad del cerebro...) que resultan a la hora de ponerse al volante como las reacciones de la cara (tranquilidad, estrés, relajación...) o el reconocimiento de voz.

Para tal cometido han reunido a perfiles distintos que les permitirán obtener una amalgama de respuestas muy variada y -siempre- anónima: zurdos, diestros, hombre, mujer, mayor, joven, conductor diario, ocasional... el cerebro de cada persona es diferente, lo que ayudará a conseguir una muestra mucho más completa. El simulador virtual les plantea dos situaciones: una urbana en la que se intenta provocar estrés y otra rutina en la que, por contra, se busca generar una relajación o aburrimiento. «Toda esa información anónima que recabamos termina en una base de datos», indica Val.

Al volante. El 'examen' que somete Antolin y el ITCL a todos los voluntarios que se han apuntado al proceso de simulación es total: primero se miden parámetros como el pulso, la tensión, mientras que posteriormente se coloca un casco EEG en la cabeza para registrar las señales eléctricas del cerebro y una pulsera. El test arranca respondiendo dos preguntas -a viva voz- que se formulan desde un teléfono móvil, que calibra el tono del conductor. Tras esta preparación llega el momento de ponerse al volante: la primera prueba consiste en conducir por la ciudad, con todo lo que ello conlleva (obras, peatones que cruzan, coches que se paran, dobles filas, semáforos, ceda el paso, stops...) mientras que la segunda aborda una conducción por autovía mucho más monótona y sin apenas estímulos externos.

«Con ayuda del ITCL y de otros socios estamos interpretando todos los datos a través de inteligencia artificial para descifrar esos modelos y relacionar los parámetros con el estado (estrés, relajación, aburrimiento...) del conductor», resume Val. Tras esta primera fase llegará una segunda que se centrará en el lanzamiento de estímulos como la iluminación o los olfativos para alterar el estado del usuario.

Antolin trabajará para comprobar qué tipo de luces son más benévolas y beneficiosas para conducir, o qué colores o intensidades son preferibles en el ambiente cuando el conductor está más cansado. La intención es comprobar la reacción del cerebro para posteriormente aplicarlo dentro del vehículo. Además, y esto sí que es realmente novedoso -de momento no ha salido del laboratorio- probarán cómo cierto tipo de fragancias influyen en los usuarios.

La iluminación y las fragancias de todo tipo tendrán un papel muy relevante dentro del proyecto"

«Nuestra intención no es que resulten agradables o no al conductor, sino que ayuden a variar su estado cognitivo», explica el responsable de Sistemas Funcionales de Antolin. De este modo, y a falta de su aplicación en los voluntarios, ya han comprobado cómo la canela genera un estado de emoción o activación mientras que la lavanda o las cítricas provocan el efecto contrario. «Al principio no éramos muy optimistas con el tema de las fragancias, pero sí estamos viendo que pueden tener un impacto», indica.

La tercera -y última- fase se centrará en introducir también estímulos acústicos. «A medida que vayamos avanzando los juntaremos todos (fragancias, iluminación...) para ver el efecto final y poder posteriormente interpretarlos y adaptarlos a nuestros sistemas», resume. El objetivo final es que, cuando el proyecto Genius esté terminado, Antolin pueda llamar a la puerta de los fabricantes de automóviles y ofertarles este modelo.

Además del ITCL, trabajan junto a la multinacional burgalesa la Asociación de Investigación de la Industria Textil, Infinitia Research, el Grupo de Ingeniería Biomédica y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI. El equipo médico lo forman el Hospital Universitario de Burgos, UNED, Psicosalud, Universidad de Oviedo y Hospital Universitario La Paz.