Farmacias para mejorar la atención primaria

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El nuevo presidente de los boticarios burgaleses, Rodrigo Moral, reivindica más apoyo a las que están en el ámbito rural «porque cuando desaparecen lo hace también el último sanitario que hay en el pueblo»

Rodrigo Moral, nuevo presidente del Colegio de Farmacéuticos de Burgos, en la sede de la institución. - Foto: Luis López Araico

Se declara un farmacéutico «enamorado del laboratorio» y aunque su trayectoria profesional la ha realizado mayoritariamente en una oficina de farmacia, allí perpetúa su vocación con la realización de fórmulas magistrales, nombre que se da a aquellos medicamentos elaborados por el boticario a la 'carta' para un paciente concreto que precisa una cantidad de medicación o con una textura que no se comercializa. Rodrigo Moral (Burgos, 1966) estudió Farmacia en la Universidad de Salamanca, a pesar de que su primera intención fue la de hacer Biología; «soy un ecologista», explica. Fue su padre, también boticario, quien le animó a que siguiera la tradición y más de treinta años después acaba de llegar al frente del colegio profesional que vela por los intereses de 650 farmacéuticos de toda la provincia de Burgos.

Moral -que ya fue vocal y secretario de la institución- toma el testigo de Miguel López de Abechuco y asegura que se encuentra con un colectivo en una situación «muy buena» a pesar de que cree que aún la sociedad puede responsabilizarles de más labores sanitarias. «En la pandemia, por ejemplo, aunque trabajamos muchísimo creo que no nos dieron todas las competencias para las que estamos preparados y creo que hubiéramos ayudado mucho más de lo que ya lo hicimos. En otros países de Europa se llegaron a hacer hasta análisis de covid en las farmacias», relata.

Esta demanda de más competencias, asegura, no nace solo de la propia profesión sino de los pacientes, para quienes son una pieza imprescindible. «Somos sanitarios a pie de calle y la gente no tiene que esperar para transmitirnos sus preocupaciones. Además, tenemos una importante visión de futuro y el mejor ejemplo es la receta electrónica, que desarrollamos algunos años antes de la pandemia. ¿Alguien se imagina qué hubiera sido de aquellos meses con recetas de papel? Un desastre total», se pregunta... y se contesta.

En este sector no hay paro. Al contrario, existe demanda de profesionales, sobre todo para oficinas y hospitales"

La profesión, además, no conoce el desempleo. «Yo siempre digo -afirma el nuevo presidente- que hay un paro 'menos uno'. No solo tenemos pleno empleo sino que hay demanda de farmacéuticos en todos los sectores, sobre todo en oficinas y en farmacia hospitalaria». Esta situación, no obstante, convive con determinadas boticas que llevan desde hace tiempo la denominación de 'viabilidad económica comprometida', que quiere decir que no tienen los ingresos suficientes para sostenerse y esto ocurre por estar en entornos rurales, cada vez más despoblados. «Cuando se cierra la farmacia, desaparece el último sanitario que puede atender cercanamente a esa población», añade Moral, que considera que el apoyo económico que estas farmacias 'VEC' reciben de la Administración es bastante escaso: «No es suficiente porque un profesional, lógicamente, quiere cobrar un salario mínimo y en los pueblos están al límite porque lo que se recibe es menor y desincentiva a quienes podrían tener un proyecto laboral en una zona rural».

Aunque la situación de esta provincia, con 12 farmacias de viabilidad comprometida, es bastante mejor que la de otras de Castilla y León, el de Burgos ha impulsado, junto al Consejo General de Colegios Farmacéuticos de la comunidad autónoma, unos programas de educación sanitaria dirigidos a la población e impartidos por boticarios con el objetivo de enseñar los cuidados sanitarios más básicos (alimentación, exposición al sol, hábitos saludables, higiene, cuidados). «Ha sido un programa piloto para toda España que ha tenido muy buenos resultados y se ha hecho aquí porque somos los que más farmacias rurales tenemos».

Desabastecimiento. Uno de los problemas que más interfiere en el trabajo diario de los farmacéuticos de las oficinas que están a pie de calle es la falta cada cierto tiempo de un determinado tipo de medicamentos. «Aunque tenemos un programa, de nombre Farmahelp, por el cual podemos mandar a los pacientes a otra botica que sí pueda tener un medicamento que nosotros nos falte, el problema es permanente porque tiene su origen en razones económicas, aunque también las hay de logística y de planificación como lo que ha ocurrido con Ozempic (antidiabético de efectos adelgazantes), porque nadie se imaginaba que un fármaco destinado a un colectivo tan determinado se iba a generalizar tanto», explica. 

El hecho de que en España las medicinas tengan, a su juicio, «un precio muy bajo», hace que los laboratorios prioricen a otros países «que pagan más» y ante esta situación y cuando falta algún fármaco especialmente sensible, los profesionales reclaman calma a la población «porque siempre se va a solucionar». En este sentido, afirma que el Consejo General va a intentar que se pueda cambiar la forma farmacéutica si no hay existencias de la que prescribe el profesional médico en la receta. «Por ejemplo, que si se pide una amoxicilina en sobres y no existe, que nosotros podamos dársela en compromidos o en jarabe para que, de esta manera, conseguir que se administre el medicamento, porque lo principal es la adherencia del paciente al tratamiento». 

En este sentido, demanda que a través de la receta electrónica se puedan tener una mejor comunicación con el personal médico: «Si pudiésemos avisarles cuando se tienen que renovar los medicamentos habría mucha mayor adherencia al tratamiento porque evitaríamos a los pacientes tener que pedir cita en su centro de salud». 

Al igual que sus antecesores en el cargo, Rodrigo Moral reivindica un mayor reconocimiento de la accesibilidad de las farmacias, que forman una red de asistencia a pie de calle de primera magnitud: «Esto no está aprovechado por la Administración para mejorar la atención primaria. Un exdecano de la Complutense siempre decía que el farmacéutico es el universitario que tiene acceso al ciudadano sin abrir ninguna puerta, nosotros no tenemos citas, la gente viene y le atendemos y esto es fundamental para el desarrollo del sistema de salud». Un ejemplo del poco aprovechamiento del mapa farmacéutico de las ciudades, opina Moral, es lo limitados que están a la hora de «dar de alta un tratamiento o avisar al médico para que lo haga, lo que sería muy interesante».