Burgos suma 6.783 trabajadores mayores de 45 años que están cobrando una prestación por desempleo y otros 3.677 que son beneficiarios de un subsidio económico tras agotar el periodo de prestación. Todos ellos integran esa masa de paro que parece imposible de adelgazar ni en los momentos, como el actual, en el que hay bonanza económica, contratación y un problema generalizado de falta de mano de obra en todos los sectores.
La realidad hoy, según los datos laborales del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) de cierre de 2024, es que 6 de cada 10 parados en Burgos son mayores de 45 años y, dentro de este colectivo, más de un tercio están por encima de los 52 años y son aún más dependientes de una prestación pública.
Pese a su creciente peso en una población laboral cada vez más envejecida, apenas un 28,5% de los contratos en Burgos se formalizan en la franja de edad entre los 45 y los 60 años.
Por todo ello, más temprano que tarde, la mayoría de estos trabajadores entran en ese limbo laboral en el que pierden cualificación profesional a marchas forzadas y, de igual manera, pierden atractivo para unas empresas que están necesitadas de mano de obra. La larga duración en el desempleo y el coste económico que ello conlleva para el sistema están servidos.
Es un descarte mutuo cuyo origen descansa en la falta de sensibilización social sobre esta problemática que, para colmo, se agrava porque afecta a muchas más mujeres que hombres y porque el cambio tecnológico que vive la empresa envejece rápidamente cualquier tipo de formación.
El perfil clásico de las personas atascadas en el mercado laboral en Burgos es el de una mujer que supera los 48 años, que posee conocimientos técnicos, pero que también arrastra cargas familiares que han terminado por integrarla en las listas del paro. Por diferentes circunstancias personales, familiares o laborales han perdido el carro del empleo y necesitan retomarlo para obtener ingresos y seguir cotizando de cara a una pronta jubilación.
Sí, también hay desempleados de avanzada edad que optan por consumir sus prestaciones y subsidios por desempleo al máximo y acercarse lo más posible sin trabajar a la jubilación.
Todos ellos, insisten los expertos, suman un talento que la sociedad actual no puede permitirse desperdiciar. Es posible, subrayan, recualificar a las personas a cualquier edad, de acuerdo a sus capacidades y adaptarlas a lo que están demandando las empresas.
(Más información y el testimonio de un contratado a los 60 años, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos o aquí)