Hace ahora un año, Raúl, su hermano Alfredo y su padre se desplazaron desde Cuéllar (Segovia) hasta Los Balbases para conocer la finca Coto Gallo. Este complejo de más de 700 hectáreas, 600 de ellas cultivables y 100 de monte, estaba en venta tras fallecer sus anteriores propietarios, curiosamente también segovianos.
Los tres quedaron prendados desde que pusieron pie a tierra del paisaje que rodea a este entorno natural, las extensas laderas en las que se siembra y recogen toneladas de trigo, cebada o girasol, las encinas centenarias que forman sus montes o las antiguas casas de piedra. En ellas llegaron a vivir hasta 14 familias del pueblo cuando las labores se tenían que hacer a mano. «Nos enamoramos. El terreno es espectacular. Venimos de un entorno más hortícola y a mí lo que realmente me apasiona es el cereal. Me encantó», confiesa Raúl Santos Narros, uno de los tres jóvenes hermanos -junto a Isabel y Alfredo- al frente de la compañía familiar Santos Narros.
Este grupo empresarial, dedicado a la ganadería y con más de un centenar de trabajadores en el sur de Castilla y León y el norte de Castilla-La Mancha, ha optado por diversificar sus negocios, centrados sobre todo en el porcino, y enfocarlos en Burgos en el cultivo del campo. Y qué mejor que las tierras entre Los Balbases y Villaquirán de los Infantes, a casi 900 metros de altitud, para emprender ese apasionante reto.
El 15 de mayo de 2024, día de San Isidro, patrón de los agricultores, firmaron la compra. Los primeros meses han sido de tanteo, aunque pasado ya un tiempo prudencial tienen sobre la mesa varios proyectos con los que pretenden reactivar la economía de la zona y, como aspira Santos Narros, «explotar el mundo rural del lado del otro sector, el de la hostelería y la restauración, ya que desde la agricultura y la ganadería son todo trabas y burocracia». Quieren reformar el complejo de viviendas de piedra, naves, cercas y campas que se levantaron hace décadas para que puedan acoger todo tipo de eventos. Desde bodas hasta comuniones pasando por comidas de empresa, celebraciones, congresos o simples reuniones de amigos. Y el potencial lo tienen de sobra.
«Estamos abiertos a colaborar con empresas interesadas en explotarlo y con más experiencia en el sector hostelero», explica el empresario, que recalca que están a solo 20 minutos en coche de Burgos. Sin esperar a que empiecen esas conversaciones, dentro de poco iniciarán el arreglo de las tres últimas viviendas que siguen en pie y que antaño ocuparon los obreros que labraban las fincas del Coto Gallo. Una vez restauradas podrán trasladar los muebles y todo tipo de artilugios que se agolpan en las dos casonas señoriales que presiden el complejo, cuya rehabilitación se producirá en otra fase.
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