Dolores musculoesqueléticos de todo tipo, hernias, ansiedad, estrés, gripe, gastroenteritis... Por una u otras muchas causas, cada jornada de trabajo se registran en Burgos en torno a 170 bajas laborales, una cifra que -salvando la excepcionalidad del periodo de la pandemia- no ha dejado de crecer en los últimos años y que ya acarrea una factura anual al sistema que este ejercicio rondará los 88 millones de euros y más de 2 millones de jornadas perdidas en la provincia.
La evolución del absentismo generado por contingencias/enfermedades comunes (en un 86% de las bajas), enfermedades profesionales (en el 11,7%) y, en mucha menor medida, por los últimos estertores de la covid (2,1%), preocupa mucho a las empresas y a los agentes sociales.
El 85% del tejido productivo local confirma que ha tenido bajas médicas entre su plantilla a lo largo del último año, algo que empiezan a ver como un «grave problema» para su día a día, por lo que consideran que su crecimiento exige de mayores controles y de una reflexión en profundidad sobre cómo actuar ante algunas patologías cada vez más abundantes y recurrentes.
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