Traficar en la calle dejó de ser un deporte de riesgo cuando aparecieron los teléfonos móviles. Hace una década, más o menos, se puso de moda un servicio que entre los consumidores de hachís y marihuana denominaban ‘tele porro’. Una vez conocían el número de su ‘camello’, concertaban una cita en un lugar discreto y el pase de droga era un visto y no visto. Con las redes sociales se ha dado una vuelta de tuerca a esta modalidad delictiva, especialmente con las plataformas de mensajería como WhatsApp. Los pequeños narcos asocian una línea telefónica en la que reciben encargos que atienden, principalmente, en sus domicilios. Son los denominados puntos negros, los cuales ha estrechado el cerco la Policía Nacional.
Es en estos pisos donde habitualmente se da el menudeo. Vecinos de muchos barrios han denunciado en algunas ocasiones que estos pases de droga se han trasladado a plazas públicas y a plena luz del día. La asociación de Juan XXIII, por ejemplo, ha puesto el foco en las canchas y soportales, donde los traficantes dominan el mercado. En este entorno, elGrupo de Estupefacientes ha desmantelado varios puntos negros en el último año y algunos ya han sido condenados a prisión por este motivo.
«Casi todo se desarrolla en domicilios particulares. Si lo hacen en la calle, es porque cerca tienen el lugar en el que guardan la droga. Se citan y en un segundo realizan la transacción», explica el inspector jefe de la Policía Judicial de Burgos, José Manuel del Barco. Esa clandestinidad y la itinerancia de los ‘camellos’ no ha sido impedimento para que los agentes hayan ido desmantelando todos sus escondites. «Nuestra gente trabaja mucho en seguimientos, tanto de clientes como de los propios traficantes, porque es la única manera de poder pillarles», comenta.
Hace unos días, la Policía Local cazó con varios gramos de hachís y dinero en efectivo de su venta a un tipo que merodeaba por un parque de Capiscol. En esta zona han sido varios los detenidos por menudeo, al igual que en Buenavista, donde incluso un informe municipal recomendaba más presencia de agentes e iluminación en la parte de la pérgola. Sin embargo, desde la Nacional entienden que no hay que poner el foco en este barrio porque puede ser algo coyuntural.
«Los pequeños traficantes se mueven mucho. No hay un lugar específico de la ciudad que se pueda calificar de punto negro, mucho menos en la calle. Se ha hablado incluso de las salidas de colegios, pero hemos estado muy pendientes con la ayuda de las patrullas de Seguridad Ciudadana y no hemos detectado incidencia», matiza el jefe de la Judicial. Menos aún después de la pandemia, que ha obligado a estos delincuentes a agudizar el ingenio para poder seguir con sus negocios ilegales. En este sentido, cualquier lugar es bueno para poder llevar a cabo las transacciones de droga. «Han quedado en supermercados, en sitios donde, aparentemente, no pensarías que se pudiera pasar sustancias. Se han sabido buscar la vida», añade.
Y es ahí donde WhastApp ha jugado un papel fundamental y se ha consolidado como medio fundamental por encima de las llamadas de teléfono móvil, al considerar los ‘camellos’ que se trata de una plataforma más segura. Aun así, la Policía ha sabido adaptarse a esta nueva realidad. De ahí ese incremento de las operaciones.