Hace un mes saltó al panorama nacional una noticia que hablaba de Teodoro, un cordero que se había convertido en el primer ejemplar de esta especie en ser modificado genéticamente. Priscila Ramos es burgalesa, trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Sociológicas (CSIC) y forma parte del grupo de científicos que estudia el desarrollo embrionario y que ha hecho posible el nacimiento de este lechal.
Tan solo es un paso más en un proyecto que tiene unos objetivos superiores, pero resultó muy llamativo el caso de Teodoro, nombrado así por el abuelo de Pablo Bermejo, investigador principal del grupo. «Lo interesante de estos animales es que son un modelo muy bueno para el desarrollo humano», declara la científica burgalesa. Su labor aspira a reducir la muerte de embriones tanto en la ganadería como en las personas, donde se calcula que alrededor del 60% de los embriones que se fecundan en condiciones normales se mueren en las tres primeras semanas, por lo que con este trabajo investigador tratan de entender el porqué de estas muertes y cómo se pueden evitar.
Ramos lleva en este proyecto unos seis años. Estudió veterinaria en Madrid y salió de España para hacer varios posdoctorados. En Burgos, como ella dice, iba a ser complicado encontrar trabajo específico de lo que hace y por eso se quedó en la capital madrileña ocupando el cargo de científico titular en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), que forma parte del CSIC. Antes de que el cordero viera la luz del día, ya habían producido un conejo modificado genéticamente.
Para el lechal cogieron los ovarios de ovejas en el matadero, de ahí obtuvieron los óvulos y ya en el laboratorio inyectaron estos óvulos con los componentes del sistema CRISPR -técnica mediante la cual se pueden modificar los genomas de organismos vivos-, fecundaron in vitro y produjeron los embriones. «Nosotros trabajamos con varios genes y cuando producimos estos embriones que les falta un gen concreto miramos a ver cómo se comporta el embrión», declara Priscila Ramos. A partir de ahí toca estar pendiente porque puede que siga su desarrollo normal o que le falle alguno de sus procesos.
Lo que estudian estos científicos más en concreto es la fase inicial cuando se fecunda el embrión en una sola célula y se van dividiendo. Esos procesos ya se conocen en ratones, pero tanto en los humanos como en los animales de granja se desconoce cuál es el comportamiento, de ahí el uso de Teodoro. «Si en la gestación se producen pérdidas, eso luego se traduce en un impacto económico negativo.
Cuando estás en un sistema de producción animal lo que quieres es que las ovejas o las vacas se queden preñadas cuanto antes», declara la burgalesa recordando la importancia que tiene en la provincia la industria ovino.
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