En la actualidad son tres las líneas de pensamiento y acción sobre la prostitución en el mundo: la prohibicionista, que la concibe como un acto inmoral, que penaliza a las mujeres pero no a proxenetas ni a puteros, que persigue su prohibición y es propia de sociedades religiosas; la regulacionista, que se sostiene en países capitalistas, que la considera un trabajo y la ampara por ley; y la abolicionista, que cree que la prostitución es la forma más grave de violencia sexual y consecuencia de las circunstancias económicas y sociales precarias, pretende su abolición, penaliza a proxenetas y puteros y ofrece atención integral a las víctimas.
En esta última se enmarca el trabajo de las Adoratrices en Burgos, que siempre han analizado esta actividad «como una forma de violencia sobre las mujeres»: «Prostitución es violencia. Desde el momento en que ellos eligen a la mujer, pero la mujer no les puede elegir a ellos, entramos en una desigualdad. La libre elección desaparece cuando no tienes otra alternativa o has tolerado tanto la violencia que es tu medio de vida». ¿Cuál es, pues, su planteamiento? La protección de las mujeres y la creación de alternativas reales para que las que quieran y puedan -así lo señalan- abandonen el sistema prostitucional.
«Para ello se requiere de una inversión económica y humana y un cambio social que elimine la estigmatización sobre ellas y que la demanda disminuya y esto es un trabajo de educación: tenemos que tener la capacidad de entender como sociedad de no usar el cuerpo de las mujeres para el disfrute personal».
Es la misma postura de la Plataforma por la Abolición de la Prostitución de Burgos, que considera que el dato de más de 600 mujeres prostituidas en la provincia de Burgos el año pasado es «alarmante, pero una ínfima parte de lo que supone el sistema prostitucional»: «Explotar sexualmente a las mujeres manda un mensaje claro de que todas las mujeres podemos ser, potencialmente, explotadas, y todos los hombres tienen, potencialmente, el derecho a poder comprar el cuerpo de cualquier mujer», explica Laura Pérez, su portavoz. Igual que las Adoratrices, exigen un cambio social que no tenga tolerancia con los puteros, pero «parece que nos alejamos de ello, pues se observa que cada vez son más los jóvenes que normalizan y recurren a la prostitución para satisfacer las fantasías que aprender a través del porno, otra de las grandes industrias que retroalimenta al sistema prostitucional».
En este sentido, lamentan que «la clase política no se atreva a tomar una postura decididamente abolicionista»: «Se ha elaborado una propuesta de ley que se dirige a intentar regular el ordenamiento jurídico en la materia para abolir la prostitución, pero ningún partido la hace suya». Hace unos meses, el PSOE presentó en el Congreso una proposición de ley para abolir el proxenetismo que las abolicionistas consideran una medida «descafeinada y tímida». Sobre otras iniciativas de este mismo partido opinan «que no dejan de ser meros tratados de buenas intenciones, sin atreverse a afrontar cara a cara y de manera decidida esta problemática».