No han pasado ni cuatro meses desde que se estrenó la pista multideportiva de la glorieta Rosales, en Aranda de Duero, y ya se ha tenido que cerrar. Así lleva un par de semanas por precaución, ya que los aros de las canastas se habían doblado y la barra lateral de una de las porterías estaba totalmente desencajada. Desde la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de la capital ribereña se han puesto en contacto con la empresa que efectuó la remodelación de esta plaza, en la que el anterior equipo de gobierno decidió invertir 305.136 euros, para comprobar si los materiales deportivos que se instalaron cumplen y están homologados debido al "grave deterioro que han sufrido en un periodo tan corto de tiempo", como detalla la edil de Obras, Ana María Hervás.
Mientras se concluye a qué se deben tales desperfectos y si procede arreglarlos o tomar otras medidas, la intención del equipo de gobierno es retirar las canastas y abrir la pista "lo antes posible", según indica la concejala de Urbanismo, consciente de que con el buen tiempo esta instalación no puede continuar cerrada.
No son las únicas averías que se han registrado en estos escasos meses desde que se recepcionaron las obras en la glorieta Rosales, en las que hubo que realizar un modificado que encareció el proyecto en más de 50.000 euros y que retrasó su final unos cuantos meses respecto a los plazos que se habían establecido en un primer momento. Apenas dos semanas después de su puesta en marcha, los tres picaportes de las tres entradas a la pista multideportiva ya estaban rotos. Tal vez por vandalismo o tal vez por la baja calidad de los materiales.
El descontento no queda ahí. Los vecinos no se explican porqué no se han sustituido las mesas y bancos que hay desde hace años en el parque. Algunos presentan desperfectos a simple vista y otros tantos se hallan grafiteados. Otro de los puntos que genera malestar tiene que ver con la eliminación del seto. El anterior equipo de gobierno argumentó que quienes aparcaban allí sus coches no podían acceder a la acera y tenían que caminar por la calzada. Pues bien, ahora los vehículos se 'comen' el lugar donde antes había vegetación y sigue sin haber margen para los viandantes.