San Román documenta los terraplenes defensivos franceses

I.L.H.
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El trabajo en la iglesia del Castillo se centra este año en estudiar y retirar los terreros que, tras la voladura del templo en 1812, en la Guerra de al Independencia, usaron las tropas de Napoleón

Del centro de la foto hacia la izquierda es donde seguirán excavando y estudiando trincheras, como la loma de la imagen. - Foto: Jesús J. Matías

La tierra que hay debajo de la ladera del Castillo contiene toda una historia pendiente todavía de contar sobre una iglesia que nació románica y terminó siendo gótica, que fue parroquia y tuvo su propio cementerio, que sirvió de refugio a los aliados durante el asedio al Castillo en la Guerra de la Independencia y que, tras su voladura por los franceses en 1812, sus ruinas sirvieron a las tropas de Napoleón para construir terraplenes defensivos que utilizaron hasta junio de 1813.

La forma de loma que queda marcada en el estrato, la tierra compactada y el contenido del sedimento evidencia el uso como trinchera de los escombros de la iglesia, algo que ya se desveló en campañas arqueológicas pasadas, pero que se dejó intacto para trabajar en otras zonas del templo.  Así es como el año pasado pudieron dar con la capilla de San Andrés (de mayor tamaño de lo que se creía) y con las escaleras hacia una cripta cuya existencia se desconocía.

Pero por ahí no pueden continuar hasta que no se haga un proyecto concreto y se asegure el terreno que afecta a la parte más alta de la zona de excavación, con un desnivel de 7 metros. «Hay que mover el vallado y asegurar el sedimento que, por otro lado, topa con el camino que corresponde, probablemente, a la antigua calle medieval de las Armas, que unía esta parte de la ciudad con la iglesia», apunta la arqueóloga Fabiola Monzón, que dirige los trabajos.

A pico y pala. Mientras esto se resuelve hay otros puntos para excavar igualmente importantes e interesantes, como las trincheras construidas y usadas por los franceses durante ocho meses para mantener la posición de la iglesia. Durante esta campaña, que abarca hasta diciembre de este año, se pretende documentar todos esos terreros defensivos y limpiarlos, para poder seguir bajando hasta el suelo del templo. «En su momento descubrimos una de esas lomas en la parte izquierda de la excavación -según miramos desde la carretera-. Ahora vamos a seguir con toda la parte central y la zona de la derecha. Estamos hablando de unos 250 metros cuadrados», añade Monzón. Así que este año toca pico y pala porque estamos hablando de una gran cantidad de tierra que hay que ir retirando poco a poco mientras se documentan las terreras.

Aún así, durante la excavación no descartan seguir encontrando piezas, sobre todo arquitectónicas, que habrían quedado ocultas tras la voladura en la tierra compactada como trinchera. De hecho, algunas piedras propias de ese derrumbe se han hallado tal cual, presentando una imagen en cascada de las rocas como se aprecia en una de las imágenes que acompañan este texto.

Hasta ahora de la iglesia se han desenterrado, además de parte del muro, los límites de la capilla mencionada o los escalones de la cripta, claves de bóveda, pilastras, pavimentos, detalles arquitectónicos, cerámica, un enterramiento medieval y restos de artillería de la Guerra de la Independencia. 

En la nueva campaña participa un equipo de cinco personas contratadas a través del Plan de Empleo de la Junta con el apoyo del Instituto Municipal de Cultura y Turismo. La presidenta de la entidad, Rosario Pérez Pardo, destaca el trabajo que desde hace años se está realizando en esta zona del Castillo: «Es una apuesta por recuperar la iglesia de San Román, que fue tan importante en la historia de Burgos y que es parte del entorno de la fortaleza, cuya recuperación es uno de los objetivos del equipo de Gobierno y, en concreto, de Ciudadanos».