Las desigualdades no dan tregua. Al impacto que causó la pandemia de coronavirus, se suma el de las guerras de Ucrania e Israel y Gaza, además de la inseguridad que arrastran varios países de Latinoamérica y África, lo que provoca que parte de su población recale en España en busca de oportunidades. En el caso concreto de Aranda de Duero, esta situación se refleja en la ayuda que Cáritas presta a las familias más vulnerables, a las que entrega tanto alimentos como productos de higiene dos veces al mes. A lo largo de 2023, atendieron a 262 personas, la mayoría inmigrantes, que forman 108 hogares. Se trata de un ligero descenso en comparación con los 132 hogares de 2022, pero la cifra continúa muy por encima de los 72 beneficiarios que contabilizaron en 2019. Entre los factores que explican la bajada en el número de hogares atendidos se halla el encarecimiento de los productos de primera necesidad, que la entidad ha de adquirir. De hecho, el año pasado en mayo tuvieron que solicitar una ampliación de presupuesto a nivel interno.
Ahora bien, desde Cáritas Aranda precisan que están centrando gran parte de sus esfuerzos en conceder ayudas para que quienes no tienen suficientes recursos puedan afrontar el pago del alquiler. En 2023, ayudaron a 163 personas con la renta de sus pisos o habitaciones y en 2024 pretenden mantener esta misma línea, al haber aumentado la financiación que destinarán a todo lo relacionado con la vivienda.
Guadalupe Cuadrado, coordinadora territorial de Cáritas en la capital ribereña, detalla que "hay familias que arrastran varios meses de deuda". Ante este tipo de circunstancias, estudian su situación socio-económica y prestan la ayuda para que puedan conservar su vivienda, "un bien esencial", igual que los alimentos. En líneas generales, "intentamos llegar a quienes se encuentran en una situación irregular, a quienes no tienen acceso a otros recursos de la Administración", como explica Cuadrado, mientras precisa que "los criterios económicos no son los únicos que dejan a las personas en riesgo de exclusión". Pues bien, estos 163 beneficiarios implican un ligero aumento del 4% en comparación con los 157 que hubo en 2022. Dos tercios son población inmigrante.
Más allá de las cifras, desde Cáritas Aranda subrayan que, en su día a día, tratan de aportar una ayuda más integral a todos cuantos acuden a la entidad. "No sólo entregamos recursos, sino que trabajamos distintas capacidades a través del programa de empleo y, en caso de que la familia tenga hijos, intentamos que estén escolarizados y que acudan al programa de apoyo escolar que tenemos", indica Cuadrado. Al final, "servicios como el economato se prestan para acompañar a las personas en sus distintas necesidades, pero los recursos no dejan de ser una vía para conseguir el objetivo que pretendemos con cada persona o familia y es que estén integrados".
¿Situaciones cronificadas? En general, quienes reciben alimentos no perecederos como aceite, pasta, arroz, leche o azúcar en el local que Cáritas dispone en la calle Santo Domingo o quienes necesitan una ayuda para afrontar el pago de su alquiler no suelen atravesar situaciones cronificadas, tal como remarcan en la entidad.
"Es cierto que siempre hay algún caso así, pero se intenta que no se llegue a ese punto y que salgan adelante, por ejemplo, con los cursos y talleres de empleo", como sostiene la coordinadora territorial, quien insiste en remarcar la "labor integradora" que ponen en marcha con cada familia.