El INFestival llega para quedarse. Al menos, tiene todos los ingredientes para hacerse un hueco en el corazoncito de los apasionados de la música y para ser un perfecto altavoz de la labor que realizan las diferentes asociaciones deBurgos. La mezcla de ocio, cultura e inclusión da forma a un combinado perfecto que recibió el respaldo de los 8.000 asistentes reunidos en el antiguo Hospital Militar durante las dos jornadas de programación.
La música abraza a todos por igual, aunque no todas las personas tienen la misma sensibilidad y gustos.Por ello, la organización diseñó un cartel en el que tuvieron cabida todos los ritmos y estilos. Si Amparanoia y Artistas delGremio triunfaron en la sesión del viernes, Sidonie, Boikot y la Josbu fueron los referentes de un intenso sábado.
La banda local Akaldo fue la encargada de abrir la programación y subir las revoluciones desde el comienzo. Ya desde primera hora los jardines del recinto se poblaron de visitantes de todas las edades dispuestos a disfrutar del día en compañía de los mejores acordes.Entre los más madrugadores estaba Ruth, quien lucía unos vistosos cascos protectores en su carrito y tenía ganas de mover el esqueleto. «Tiene que aprender desde pequeña», bromea su madre, Ángela, quien destaca «el buen ambiente» de un INFestival abierto a todo tipo de público.
Con la mecha encendida, la explosión musical era imparable y el buen tiempo animó a los asistentes a disfrutar a la sombra de la paella solidaria preparada para la ocasión mientras la Josbu comenzaba su particular recital impulsado por colaboradores de los estilos más variopintos. La Joven Orquesta Sinfónica de Burgos mostró todo su talento en un escenario en el que también desfilaron Maika Makovski, Blanca Altable, DEB, Vanesa Muela, el tenor José Berro o The Mañana Culture.
Para entonces el sol apretaba, pero el público siguió con atención uno de los platos estrella de una tarde que prometía emociones fuertes para el fin de fiesta. Sidonie puso la nota indie en el escenario INFestival con un concierto que cautivó a los presentes con su sonido ecléctico.
Las melodías contagiosas dieron paso al poderoso brío del punk con sello propio de Boikot, una traca final que coronó una iniciativa tan joven como exitosa que tomó el relevo del festival Gracias Burgos organizado por el XXVaniversario de Parkinson Burgos. «Fue algo especial y quisimos hacer una segunda edición. La implicación del Ayuntamiento lo cambió todo y hemos querido compartir esta iniciativa con otras asociaciones que han querido sumarse a la organización», explica ÁlvaroFernández, quien destaca la apuesta por el «talento».
El gerente de Parkinson Burgos subraya el carácter especial de una cita cuyo mayor éxito es la visibilización de la labor realizada por las asociaciones. «Tenemos un tejido asociativo maravilloso», zanja, para insistir en las virtudes de esta actividad. «Lo que nos hace únicos es traer todo tipo de géneros musicales y culturales porque aquí tiene cabida todo el mundo. Es una experiencia que va más allá de la música», explica.