La campaña de cereza más fugaz

S.F.L. / Briviesca
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La recogida de la fruta se prolongaba durante dos meses en año anteriores pero en este, el peor de los últimos 25, solo durará 15 días

La campaña de cereza más fugaz - Foto: S.F.L.

Sin exceso de calor y con el paso de las horas no tan en contra, Chechu tiene los días contados en la finca. La campaña más corta que recuerda de recogida de cereza llega a su fin. Menos madrugones, días salteados de trabajo y sin necesidad de contratar mano de obra extra equivale a un año desastroso. Él no se queja. Al menos ha llenado los baldes y saboreado una fruta que ha llegado con un buen tamaño y dulzor debido a que «el desarrollo ha ido mejor al no estar tan cargado el árbol». Es de los pocos vecinos del Valle de Caderechas que han salvado parte de su cosecha, sin trampa ni cartón. En este caso, la ubicación es la que cuenta, y Herrera se sitúa en una zona privilegiada, en la que el sol normalmente da los buenos días y se despide a última hora de la tarde. Además, cuenta con una 'coraza' que evita que el hielo afecte tanto como en el resto de poblaciones de la zona. Todo un lujo.

No obstante, los adversos fenómenos meteorológicos también han hecho de las suyas en la pequeña localidad y el trabajo que en anteriores anualidades se alargaba hasta el mes de agosto «lo hemos finiquitado en dos semanas», comenta el fruticultor. Las más de 300 cajas de cerezas que llenaban en una mañana en 2022 se han visto reducidas a 20 o 30, y a la vista queda de cualquiera que se de un paseo por el entorno que el rojo característico que bañaba las ramas de los árboles ha mutado por el verde intenso de las hojas. El pasado año «dejamos de coger por aburrimiento. Tengo más de dos mil cerezos y no dábamos abasto. Superamos los 30.000 kilos. Las tornas han cambiado y calculo que en esta campaña no alcanzaremos los 5.000», declara. Su buen sentido del humor se hace notar hasta en las ocasiones más desfavorables. «Yo no vivo de esto e intento sobrellevarlo de la mejor manera. Seguro que llegan tiempos mejores». Sin embargo, siente mucha lástima por otros compañeros que se dedican exclusivamente al campo y no venderán ni una sola pieza de fruta.

Juan José Gandía cultiva sus cerezos en Rucandio pero las lluvias torrenciales de junio arrasaron con las variedades de media estación, por lo que su campaña se ha visto retrasada unas semanas. Prevé comenzar la que viene y supone que acabará en unas 15 jornadas. Su fruto, al igual que el de Chechu, se pone a disposición del cliente en diferentes mercados de Burgos y País Vasco. En cómputo total no aspiran a sobrepasar las 20 toneladas de cerezas, una hecatombe en comparación con otras temporadas que alcanzan las 500.

Tales han sido las fatales consecuencias de las heladas, lluvias y granizo que, además de suspender la XVII I edición de la Feria de la Cereza del día 2 de julio, durante esta campaña ningún fruticultor del Valle ha vendido cerezas al grupo conservero Helios, que recoge la denominada fresona en las cooperativas de Oña y Herrera, que ahora permanecen cerradas. Con ellas, la empresa elabora mermeladas y confituras. El fruto se transporta en camiones hasta Valladolid, donde se somete a un proceso de confitado y envasado que dura casi una semana. El destino final de estas cerezas es adornar y dar sabor a postres y pastas.