Las modistas del condado de Castilla

S.F.L. / Briviesca
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Un grupo de mujeres de Oña se reúne cada año desde 1987 para dar forma y reparar los más de 200 trajes que portan los actores de El Cronicón. Además de coser y ayudar a vestir, se encargan de mantener el escenario y los guardarropa limpios

Las modistas de Oña que confeccionan los trajes del Cronicón. - Foto: S.F.L.

Dominan como pocos el arte de la aguja y no existen tejidos que se les resista. Pieles, algodones, mallas e incluso colchas. Estas maestras de la costura demuestran desde 1987 las técnicas que aprendieron de niñas en los talleres o casas en las que comenzaron a dar puntadas, a mano o con máquina, cortar, unir y diseñar. Sus obras se exponen todos los meses de agosto durante cinco días y los maniquíes que las portan son de carne y hueso. Señoras y señores, os presentamos a las voluntarias que se ocupan de poner luz a los personajes de El Cronicón con sus trajes de época.

Blanqui, Begoña Polo, Begoña Arnedo, Maribel, Carmines o Montse, entre otras, llevan 37 años comprometidas con uno de los eventos más populares de la provincia burgalesa, pero siempre fuera de foco. Lo de actuar no va con ellas, pero no se pierden ni un solo día de función para ayudar a que los intérpretes aparezcan en escena de punta en blanco. Siempre con dedal e hilo en mano por si hay que rematar a última hora. Los cambios de vestuario se complican entre escena y escena a según que personajes y 'las señoras de la costura', como así las conocen entre los más jóvenes, siempre aparecen. 

Su taller, ubicado en una sala del Centro Cultural Nazaret, abre las puertas a finales de mayo o principios de junio, dependiendo del trabajo, y clausura una vez terminada la obra, que en esta ocasión se representará del 11 al 15 de agosto. Los más de 200 trajes realizados a mano son piezas únicas que año tras año se han ido adaptado según las necesidades de quien los viste. Si hay que añadir o cortar, siempre están dispuestas. 

Los comienzos no resultaron sencillos. Entre risotadas mientras preparan algunas de las piezas que requieren un 'arreglillo', recuerdan la icónica frase con la que el narrador de la representación comienza a contar la historia. Oña es la flor de estos valles. «Flores las que tuvimos que preparar para la boda en el taller de Espe», comentan. Con 200 pesetas algunas de estas costureras se presentaron en Burgos a comprar telas. «Nos gastamos en torno a un millón de pesetas que pagamos poco a poco porque por aquel entonces no contábamos con presupuesto», aclara Araceli. 

En octubre del 87, diez meses antes de la primera representación, se dieron las primeras puntadas hasta lograr elaborar unos 120 ropajes. El de la novia, las capas de los condes y las nitras de los monjes «nos trajeron por la calle de la amargura por la cantidad de tela y detalles que necesitaban». 

En Belorado adquirieron las pieles y «en uno de los viajes que hicimos dos personas se fueron de las tiendas con zapatos nuevos», rememoran sin parar de reír. Las joyas de la primera edición se las prestó la Asociación de Amigos de las Crónicas Najerenses, que compartía director con El Cronicón, Roberto Carpio, el mismo que diseño a mano cada uno de los trajes que vestiría cada actor y que a día de hoy todavía conservan. Ya después, Angelines Gómez se encargó con sus propias manos de fabricar las pomposas piezas, y Miguel Oreca de fabricar con hierro más de 20 escudos, espadas y cascos para los soldados.    

Las costureras lo mismo valen para un roto que un descosido. Y lo mismo elaboran chocolate para repartir entre los actores que limpian a diario la parte del Monasterio empleada para la función -patio de San Íñigo y alrededores- que planchan a diario los trajes o buscan soluciones para casi todo. «Hasta hemos cosido ropa para caballos y realizado desde cero dos capas de las más complicadas en horas porque las robaron», declaran. Ahora, una vez repasada la indumentaria al completo, se enfrentan a diseñar y confeccionar una decena de trajes para los niños y niñas que participarán en la escena de calle, que tras años sin realizarse, volverá a la imponente escalinata de la iglesia San Salvador. 

Conscientes de que no son eternas, hacen un llamamiento a que llegue sangre nueva al taller, porque llegará el momento en el que el relevo será obligatorio. Con ganas e ilusión todo se consigue. Con buena mano para enhebrar, también.

Las entradas salen a la venta el 30 de julio.

La Asociación El Cronicón de Oña pondrá a la venta las 334 entradas  disponibles para cada uno de los cinco días de representación -del 11 al 15 de agosto- el 30 de julio. A partir de entonces, las personas interesadas en acudir al espectáculo tendrán la opción de adquirirlas en la taquilla (ubicada junto al buzón de correos de la plaza del Ayuntamiento), a través del teléfono 947 300 477 o por la página web www.elcronicondeona.com por 13 euros. El espectáculo, que promete no dejar indiferente a nadie, volverá a celebrarse en el patio de San Íñigo del Monasterio de San Salvador con un elenco de actores que se verá incrementado gracias a la participación de los niños. A día de hoy, participarán 150 personas, incluidos los voluntarios, y repetirán los figurantes de otros pueblos que probaron suerte en la pasada edición. Además de las incorporaciones de dibujos en algunas escenas, desde el equipo directivo estudian la posibilidad de ejecutar pequeños cambios.