Trabajadores y administradores concursales de la empresa de automoción IMA1 están a la espera de que el titular del Juzgado de lo Mercantil de Burgos apruebe el expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) que ya han acordado y que permitirá suspensiones de contratos por semanas y a lo largo de 120 días laborales, hasta el 31 de marzo de 2025.
La medida, explican desde el comité de empresa representado por UGT y CCOO, evita el recurso a los despidos -descartado desde un principio del concurso- y cubrirá un periodo de tiempo en el que se prevé una menor carga de trabajo y en el que la administración concursal se centrará en la venta de la filial china de IMA1 y el traslado a la planta de Villalonquéjar de parte de las líneas de producción instaladas en la fábrica de Rumanía, también perteneciente al grupo industrial burgalés.
Las suspensiones de contratos afectarán especialmente al personal de producción durante, al menos, el 80% de las jornadas solicitadas y se empezarán a aplicar una vez que el juez dé el visto bueno a esta medida. Su activación supondrá también un alivio para las cuentas y las deudas de IMA1, dado que los costes laborales de salarios y cotizaciones sociales correrán a cargo del Estado.
Los trabajadores acusan la falta de actividad desde que se declaró el concurso el pasado agosto y, detallan desde el comité, acaban de cobrar el 30% de la nómina de agosto y la administración concursal no ha aclarado cuándo van a cobrar la totalidad de los salarios de agosto y también de septiembre.
«Gran esfuerzo». «La plantilla está realizando un gran esfuerzo y apuesta por el proyecto de los administradores para que IMA1 recupere la normalidad», detallan.
El fabricante de mecanizado de piezas para la automoción burgalés entró en concurso de acreedores este verano para resolver la compleja situación financiera que atraviesa desde hace años. Se trata de un concurso de carácter internacional gestionado desde Burgos, dado que también afecta a la filial de Rumanía, a la que se suman una segunda ubicada en China.
La crisis del diésel ya le obligó a readaptar su manera de trabajar las piezas que fabricaba y a realizar fuertes inversiones en este proceso de cambio.
La pandemia añadió un periodo de ERTE y ERE que, en este segundo caso, acabaron con el despido de una treintena de trabajadores. Tras la crisis sanitaria fueron los sobrecostes de la energía, de las materias primas, los problemas de abastecimiento internacional. Hace un año la situación se tornó crítica para esta industria referente en Burgos.