Cualquier persona que pasee por las calles de Miranda puede encontrarse, tras un recorrido no muy largo, con un listado innumerable de locales que están vacíos y disponibles para su venta o alquiler. Esta situación no ha surgido de la nada, sino que viene prolongándose durante los últimos tiempos. Por su parte, el valor de esas lonjas comerciales ha ido cayendo paulatinamente. De hecho, solo en dos años el precio de adquisición de este tipo de inmuebles en la ciudad del Ebro se ha reducido en torno a un 20%. Según los datos de la página web Idealista, allá por marzo de 2022 la compra de un local en este municipio suponía un desembolso medio de 133.000 euros, mientras que en la actualidad la estadística se ha recortado hasta los 105.000 euros.
En la Inmobiliaria KAR tienen claro el motivo por el que se ha dado esta tendencia. Según comentan, «en este mercado, como en todos, cuando hay mucha demanda y poca oferta, las cosas suben, pero en este caso ocurre lo contrario, que hay mucha oferta y la demanda es baja, por lo que el mercado se ha normalizado muchísimo». Conforme a la dilatada experiencia que acumulan en este campo, «antes encontrar un local para comprarlo en el centro de Miranda era misión imposible y los precios eran más elevados». Es más, incluso opinan que «en venta el precio ha podido bajar más de un 20% en los últimos años».
En esta inmobiliaria trabajan con un mayor número de lonjas disponibles para el alquiler, un mercado en el que la tendencia resulta muy similar. Sobre ello, destacan que «la situación ahora mismo está saturada de locales vacíos, aunque también es algo que pasa en casi todas las ciudades, como Burgos o Vitoria». Según cuentan en KAR, el coste de arrendar un establecimiento comercial «se está normalizando», básicamente, porque «si no, no hay manera de sacar las operaciones adelante».
A modo de ejemplo comentan que «hace ocho años o así había grandes superficies que ocupaban los locales del centro y con unas rentas importantes», pero desde que ese tipo de marcas «han ido cerrando» algunos propietarios se han encontrado con sus lonjas vacías durante mucho tiempo y eso ha provocado que terminen aceptando ofertas por debajo de las que pedían inicialmente. Y es que en KAR recuerdan que los dueños acaban siendo conscientes de que «el IBI u otros impuestos no dejan de existir, por lo que suelen aguantar el tirón de un año o dos con ello cerrado y al final deciden alquilarlo de esa manera».
Durante los años de bonanza del comercio presencial en KAR tenían un «contacto constante» con los «responsables de expansión» de aquellas grandes superficies, como podían ser Inditex, Cortefiel o determinados grupos de alimentación. Según rememoran en esta inmobiliaria, por aquel entonces era fundamental tener un trato directo con dichas compañías, ya que debían «avisarles rápidamente si había un local disponible en Miranda porque era muy difícil encontrar alguno e incluso se llegaban a reservar locales cuando todavía estaban comenzando las obras de algunos edificios».
En cualquier caso, en menos de una década este tipo de negocios han ido bajando la persiana, pues, como relatan desde esta inmobiliaria, «en el comercio ha afectado mucho la venta online, ya que marcas de estas características hoy venden muchísimo a través de internet y eso ha provocado que tengan menos tiendas físicas». De esa forma, en KAR reconocen que todavía se percibe «algo de rotación» y cuando una marca cierra a veces llega otra, aunque subrayan que «antes había muchísima más».
Ángel Melgosa | Cafetería Rigoletto
«He bajado el precio hace una semana, pero desde entonces no me han llamado»
Uno de los principales sectores económicos que dota de actividad a los locales de la ciudad del Ebro es la hostelería. Algunos bares y restaurantes acumulan décadas abiertos, como ocurre con la cafetería Rigoletto. Aunque parece que su trayectoria está a punto de terminar. Al menos, eso intenta su gerente, Ángel Melgosa. Según cuenta este mirandés, lleva 27 años en esta lonja de la calle República Argentina, pero ahora ha decidido dejarlo «no porque esté cansado, sino por las circunstancias» y cree que «cuanto antes salga de aquí, mejor», ya que desea «disfrutar un poco de las cosas», algo complicado cuando se está detrás de la barra.
Conforme a su descripción, puso el local a la venta «a finales de enero» y desde entonces le han contactado «unas siete personas, que han mostrado interés desde el primer día» e incluso llegó a concertar un encuentro con una de ellas, «aunque luego no se presentó». En cualquier caso, optó por bajar «el precio hace una semana» para intentar dejar esta actividad «cuanto antes, porque si por esa rebaja se puede vender un año antes» prefiere asumir la pérdida y disfrutar del tiempo libre, en lugar de «ser avaro». No obstante, se ha topado con que, desde que redujo el coste de su establecimiento, no le «han llamado» ni una sola vez.
Melgosa ya tiene asumido que la operación puede resultar bastante compleja y apunta que todavía quizá deba «estar dos, tres o cuatro años» en su puesto, salvo si le «toca la lotería». Este hostelero de Miranda, que ha conocido de primera mano la evolución de la ciudad del Ebro durante los últimos años, considera que «hoy en día es mucho más complicado» dar salida a las lonjas. En particular, comenta que no es una tarea sencilla «ni donde funcionan bien los negocios como los bares» porque sabe que «hay varios locales que se traspasan y alguno menos en venta» en la zona del centro «pero no se ve que les den salida».