Las joyas más desconocidas del Hospital del Rey

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El Monasterio de las Huelgas conserva parte de la farmacia del centro jacobeo, que fue uno de los referentes que inspiraron la Real Botica del Palacio Real de Madrid, un espacio que ahora se está rehabilitando para su apertura tras 12 años de cierre

Botes de porcelana de París, del XIX, encargados por Isabel II para el Hospital del Rey. - Foto: Patrimonio Nacional

A la intercesión de la reina Leonor de Plantagenet, «mujer virtuosa y de gran sensibilidad y dulzura», según las crónicas de la época, y su esposo, rey Alfonso VIII, «de acendrada piedad y caritativos sentimientos», se debe la creación en el siglo XII del Hospital del Rey, una de las instituciones sanitarias más importantes de la provincia y que mantuvo su actividad hasta bien entrado el XX. El objetivo de los monarcas fue que ese magnífico conjunto medieval prestara atención a los pobres y peregrinos que recorrían el Camino de Santiago. Así, su función fue siempre doble, cuidando la salud de quienes la tenían quebrada y no contaban con recursos para buscarse alivio -circunstancia muy frecuente en la época- y dando posada, comida y consuelo religioso de gran calidad a quienes andaban en plena ruta jacobea, hasta el punto de que tenía, incluso, un intérprete para entender a los peregrinos extranjeros. Todas estas circunstancias hicieron el hospital fuera considerado uno de los mejores de aquel itinerario. 

En el siglo XV ya cuenta con una botica, «la mejor de la ciudad», como la describen en la época, según recoge Paula Francés en su tesis doctoral Historia de la botica del Hospital del Rey de Burgos, de 1992, texto en el que afirma que se trata de la primera de carácter hospitalario. En el año 1500 el Hospital recibe una visita (inspección se diría ahora) ordenada por la Corte, y todo fueron palabras de elogio para la disposición de aquella farmacia. «Se dijo que estaba 'bien provista de botes, redomas, cajas de madera... con muchos ungüentos medicinales de todas clases y que se componía de un cuarto grande y limpio donde preparar las medicinas, con alquitaras, almireces, etc.; en una pieza contigua se guardaban los libros del boticario junto al resto de botes, tinajas, mucho vidrio de orinales, carnes de membrillo, etc.», refleja la farmacéutica en su investigación.

De todo aquel material, que se fue incrementando, sofisticando y actualizando en función de los avances médicos y de cuidados que se iban incorporando a la actividad asistencial, en la actualidad se conservan alrededor de 200 piezas, entre las que destaca una caja de instrumental quirúrgico, un conjunto de jarras, tazas y platos de loza blanca y decoración en azul cobalto con la inscripción HR (Hospital del Rey) rematada con una corona, y varios botes de cerámica.

Varios albarelos, piezas de Talavera del siglo XVIII, las más antiguas que se conservan.Varios albarelos, piezas de Talavera del siglo XVIII, las más antiguas que se conservan. - Foto: Patrimonio Nacional

Rocío Fernández-Tresguerres, conservadora de Patrimonio Nacional, indica que de la botica destacan los albarelos (recipientes de forma cilíndrica) de Talavera del siglo XVIII, las piezas más antiguas conservadas: «Son de barro esmaltado y pintados de azul cobalto sobre fondo blanco lechoso y en su ornamentación figura el escudo de España circundado por el Toisón de Oro». Existe, además, un conjunto de botes de farmacia de porcelana procedentes de la manufactura Vignier Fabe Rousseau Paris, de mediados del siglo XIX: «Tienen la tapa rematada en bola y están decorados con orlas doradas y el escudo real isabelino en rojo, azul y verde, coronado y rodeado por el Toisón de Oro. Este botamen parisino fue un encargo de la reina Isabel II en 1867 para el Hospital del Rey». El conjunto de lo conservado se completa con varios botes de loza y algunas botellas de vidrio coloreado y sin colorear, todo del siglo XIX.

Se conservan alrededor de 200 piezas como botes, instrumental quirúrgico o vajilla y están en la zona de clausura del cenobio, sin posibilidad de ser contempladas aunque existe la intención a largo de plazo de proceder a reubicarlas


Esta histórica farmacia hospitalaria -junto con la del Escorial- fue en la que se inspiró Felipe II para crear la Real Botica del Palacio Real de Madrid, que lleva 12 años cerrada y que ahora está en proceso de rehabilitación y restauración gracias a un convenio establecido entre Patrimonio Nacional y el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, que preside el burgalés Jesús Aguilar, quien ha señalado que se trata de mantener viva la memoria de la profesión: «El presente y el futuro de la farmacia española se cimentan en las bases de lo que fuimos. Además, este convenio permitirá la revitalización de uno de los espacios con más historia de la farmacia española y acercará su legado a todos los visitantes». Se calcula que podrá estar abierta a finales de 2026. El acuerdo contempla, por otro lado, trabajos de recuperación y conservación de su colección bibliográfica y museística y proyectos de divulgación e investigación en común. 

A buen recaudo. Estas 200 piezas supervivientes de la botica del Hospital del Rey no pueden ser visitadas dado que se encuentran en la zona de clausura del Monasterio de las Huelgas y que no existe «un espacio específico que reúna las condiciones de seguridad y conservación preventivas necesarias para su correcta exhibición», según Fernández-Tresguerres. La conservadora añade que tampoco hay un lugar adecuado en el que poder contextualizar correctamente la historia de esta colección tan específica, lo que no impide que exista la intención a largo de plazo por parte de Patrimonio Nacional de proceder a la elaboración de un proyecto que pueda reubicarlas y exhibirlas. 

Afirma Rocío Fernández-Tresguerres que el valor del botamen es doble. Por un lado, científico «pues se trata de recipientes prácticos, funcionales y que buscaban la impermeabilidad para garantizar la correcta conservación de lo custodiado en su interior», y, por otro, artístico «pues los boticarios adornaban estos conjuntos para embellecer su propio establecimiento y el estudio de los motivos decorativos permite realizar un viaje por la evolución de los grandes estilos de la historia del arte».