De Aranda de pies a cabeza

I.M.L. / Aranda de Duero
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La oferta ribereña de creadores de todo tipo de complementos crece en el ámbito digital

Lucía de Pablo Torinos, Rafael Rodríguez del Val y Ana González. - Foto: Valdivielso

La tendencia de las compras por internet o a través de las redes sociales puede servir también para apoyar a los creadores locales que, de forma discreta, pero con mucho arrojo e ilusión, apuestan por compartir de manera más o menos profesional sus diseños en los más diversos ámbitos. Desde la capital ribereña hay un buen puñado de diseñadores de todo tipo de complementos, que luego elaboran ellos mismos o con ayuda de empresas del entorno, para poder completar cualquier look.

Para algunos supone un complemento a su trabajo, o una forma de sacar a la luz su destreza manual, pero hay otros que han sido capaces de dar el salto al vacío que supone dejar su trabajo para emprender de forma autodidacta y, afortunadamente, con éxito. En este lado se sitúan Lucía de Pablo Torinos, que en verano decidió apostar por su propia marca de collares, Bylu, y que aún no le ha dado tiempo a arrepentirse de emprender esta aventura. «No es sólo que logre vender lo que hago, yo vivo ahora de esto», asegura esta joven arandina de 28 años. 

Otro ejemplo claro lo constituye el también arandino Rafael Rodríguez del Val, que lleva año y medio comercializando sus propios diseños de calcetines bajo la marca Cagüen Socks, con un incremento exponencial tanto de las líneas que vende como de los colectivos y asociaciones con los que colabora por toda la provincia. «Acumulo ya más de 115 clientes aproximadamente y en todo este tiempo habré sacado entre 20.000 y 25.000 pares en este tiempo», aporta unas cifras que sirven para poner en contexto la marcha de su salto al vacío laboral para emprender esta aventura.

Lucía de Pablo Torinos (Bylu Jewelry).Lucía de Pablo Torinos (Bylu Jewelry). - Foto: Valdivielso

Lucía de Pablo Torinos | Bylu

«Los primeros collares que diseñé e hice, los subí a Instagram y los vendí esa misma tarde»

Después de licenciarse en Educación Infantil y Primaria, y sacarse un máster en Neuroeducación, Lucía de Pablo vivió un empujón del destino. «Estaba ejerciendo de profe de Infantil, era tutora de una clase de 3 añitos en Madrid y en fin de curso una mamá me regaló un collar de cerámica que tenía un pulpo de cristal soplado», relata esta joven arandina. Este detalle le hizo rescatar la niña habilidosa que llevaba dentro. «Siempre he hecho manualidades, he pintado, hacía mis puestecillos en la urbanización, así que hice un par de collares, los bajé a la tienda de mi madre y se vendieron; los cuatro siguientes los subí a Instagram y los vendí en una tarde. Así que me dediqué el verano pasado a hacerlos y, como iba bien, decidí pausar el tema de la Educación», completa su explicación sobre cómo ha llegado a lanzarse a esta aventura que ha bautizado Bylu.

En estos meses que lleva creando sus diseños y dándolos a conocer, Lucía pone el acento en la filosofía que hay detrás de la marca. «El concepto de Bylu se basa en pocas unidades, algo exclusivo, que lo sientas como único, por eso suelo hacer cinco piezas de cada diseño», apunta esta creadora. Para hacerse con alguna de sus obras, puede acudir a la zapatería de su madre, en Aranda, o a través de su página web (bylujewerly.com) o sus redes sociales (@bylu_jewelry). De momento porque «estoy buscando otros establecimientos donde mis diseños se complementen con lo que vendan», adelanta el siguiente paso que quiere dar para su marca.

Rafael Rodríguez del Val (Cagüen Socks).Rafael Rodríguez del Val (Cagüen Socks). - Foto: Valdivielso

Rafael Rodríguez del Val | Cagüen Socks

«Las fábricas están en la provincia de Burgos y me gustó la idea de promocionar las cosas de aquí»

De un almacén de logística del mueble a crear su propia marca de calcetines den julio de 2023. Rafael Rodríguez es el alma que hay detrás de la marca Cagüen Socks, que nació hace año y medio para dar rienda suelta a sus ganas de crear. «Siempre me gustó el hecho de hacer cosas para mí mismo, de joven vas a lo loco y me puse a hacer pines o pegatinas o chapas, pero quería pasar a algo más y busqué un producto que todo el mundo pudiera comprarlo», relata su motivación y el porqué se decantó por los calcetines. Una decisión que también refleja mucho su filosofía como diseñador de este complemento unisex, que tiene muy en cuenta la DO del producto. «Las fábricas están en la provincia de Burgos, se hacen en Pradoluengo que lo tengo cerquita, y me gustó la idea de apoyar y promocionar las cosas hechas en Burgos», defiende.

Se estrenó con un sencillo diseño para Sonorama Ribera, de ahí se lanzó a sacar cuatro modelos con motivos muy arandino, y ahora suma más de un centenar de empresas, colectivos y particulares para los que ha sacado una línea, de mayor o menor tirada, de calcetines. Ahora está a punto de dar un salto cuantitativo a su marca, «que todavía no puedo desvelar, pero en breve», y de cara al consumidor local va a lanzar una novedad relacionada otra vez con el festival arandino y otros tres diseños con ADN de la capital ribereña.

Ana González (Crisana).Ana González (Crisana). - Foto: Valdivielso

Ana González | Crisana

«Esto es un hobby, para mí es salud mental, lo que vendemos es para pagar los materiales y poco más»

Ella es la cara visible de Crisana, una marca sobre todo de pendientes que nació hace dos años de una situación personal. «Al fallecer mi padre, yo dormía muy mal y empecé a hacer ganchillo», confiesa. Esta afición por las manualidades fue creciendo, ampliando los materiales a madera, arcilla polimérica, diseños con impresora 3D y, con la ayuda de su marido, Samuel Jorde, fue creando un amplio catálogo de formas y colores. «Ahora nos sirve para pasar ratos familiares», asegura Ana.

Esta afición, que comparten con sus hijos que, aunque son pequeños, «pintan alguna cosa, eligen ellos colores», no la pretenden convertir en un medio de vida. Ambos mantienen sus trabajos, ella en Michelin y él como informático, compaginan con el taller como una afición, no como negocio. «Esto es un hobby, para mí es salud mental», insiste Ana, a lo que Samuel apostilla que «los vendemos para pagar los materiales y poco más, no con intención de sacar beneficios económicos».

A través de redes sociales dan a conocer los diseños que van realizando, incluidas las colecciones especiales que elaboran como la que sacaron el año pasado para las fiestas patronales arandinas, y tienen algún expositor en tiendas locales. «Empezamos con el boca a boca y, a veces, organizando encuentros con amigas que traen a amigas y, a la vez que charlamos, ven lo que he hecho y, si se vende, genial, porque no tenemos tantos familiares y amigos para dar salida a todo lo que hacemos», comenta Ana con un marcado acento de broma.