«Arriba, abajo, arriba, abajo». Pilar se sabe al dedillo los ejercicios que Ana María les manda repetir para que muevan su cuerpo. A Esther le encanta bailar, y no duda en hacerlo, mientras el resto canta y da palmadas. De fondo risas, alegría y un buen ambiente que se respira nada más traspasar las puertas del centro de día de Vilviestre del Pinar. Allí, tres días en semana, 22 mujeres de la localidad han encontrado la forma de socializar y de estar activas, una demanda que habían mostrado en las encuestas realizadas por Asopiva en los primeros pasos del proyecto Envejece en tu pueblo y que desde hace unos meses es una realidad.
La finalidad de la iniciativa no es otra que ofrecer a los mayores de la comarca pinariega aquellos servicios que necesitan en su día a día con el objetivo de que perdure su existencia en sus lugares de origen, que no tengan que abandonarlos e ir a buscar esas prestaciones a otro sitio. Y una de las peticiones era poder convivir y compartir, salir, charlar, en definitiva, socializar.
«Nos ha dado la vida», coinciden las usuarias para definir las mañanas que pasan con su técnico de asistencia a personas mayores, Ana María Lozano, que son de todo menos aburridas. Hacen puzles, dibujos, juegan, ejercitan la memoria, practican matemáticas, la escritura y la caligrafía, aprenden cosas nuevas, realizan ejercicios para mantenerse en forma, charlan, cantan o bailan. Y sobre todo, ríen.
«Lo que pretendo es que estén a gusto y que lo pasen bien», comenta Ana María, cuyo carácter y forma de ser son gran parte del éxito de esta actividad. «No podíamos tener mejor profesora. Todo lo que hacemos es extraordinario», añade Pilar Sainz.
Salir de casa y en algunos casos dejar atrás la soledad del hogar por unas horas, entusiasma a la mayoría de ellas. «Termino las labores de casa rápido para poder venir, y lo hago con mucha ilusión y ganas, estamos contentísimas», cuenta Ascensión Para. «Nos entretenemos mucho, se pasa la mañana volando. Ana María es muy cariñosa con nosotras», afirma la mujer de 88 años.
Asopiva desarrolla este programa gracias a una subvención de la Diputación de Burgos a través de Sodebur de 21.000 euros. Ellas lo saben. «Que no nos la quiten, porque nos quitan media vida», prosigue Ascensión. «Damos las gracias a todos aquellos que lo han hecho posible y esperamos que podamos seguir con ello mucho tiempo», pide igualmente Pilar Sainz, que asegura que a los mayores también les hace falta salir de su vivienda. «Otros días hacemos algo de compra y vuelta para casa, y alguno, ni eso. Aquí tenemos una convivencia muy buena», añade.
A Vicenta Gómez, de 92 años, siempre le ha gustado estar activa. Recuerda como iba a clases de informática hace unos años en la Casa Fundación de Vilviestre y como estas finalizaron por falta de financiación. «Aquí nos lo pasamos muy bien, es un rato delicioso. También jugamos al bingo y cuando cantamos uno, Ana María nos da un jamón, pero un jamón de gominola», ríe la mujer, que anima a su marido a que vaya con ellas «a trabajar un rato».
Pero de momento, el sector masculino se está resistiendo a esta propuesta. «Les he habilitado una sala, para que puedan leer libros o el periódico y jugar a las cartas, a ver si poco a poco se van animando», comenta Ana María Lozano, muy contenta con la actitud y predisposición de sus «chicas», como cariñosamente llama al grupo de mujeres de entre 95 y 70 años y por el que se desvive. «También hacemos un pequeño seguimiento sanitario, como la toma de temperatura. Es algo que también demandaban», expresa.
Las actividades no sólo se limitan al centro. Hace unos días salieron al campo a recoger hojas y otros elementos con los que elaborar unos collage que ya están colgados de las paredes de la sala y de los que presumen. «¿Has visto que bonitos nos quedaron?», preguntan mientras los señalan. Otro día salieron a hacer un picnic y ahora están ilusionadas con una excursión que van a realizar hasta Quintanilla del Agua para visitar Territorio Artlanza. Además, la Navidad está a la vuelta de la esquina y Ana María ya tiene previsto montar con ellas un gran Belén en lo que es el bar del edificio y que no está en uso.
Empleo. Con esta iniciativa no sólo se atienden las necesidades de más de medio centenar de mayores de varios pueblos de la Sierra burgalesa, también ha supuesto la generación de dos puestos de trabajo femeninos en el medio rural. Ana María desarrolla la socialización colectiva en Vilviestre y de una forma individualizada hace lo mismo con varios mayores de Palacios de la Sierra y también acude a Neila. Por otro lado, María Andrés atiende en Rabanera del Pinar, donde hay un grupo de 12, y Hontoria del Pinar, donde es más personalizado. Desde Asopiva, como afirma su gerente, José Luis Alonso, están «satisfechos con este proyecto porque los usuarios lo están con él». Confían en que la Diputación de Burgos, como viene haciendo desde hace 7 años, mantenga esta línea de ayuda, gracias a la cual han devuelto las ganas y la alegría a muchos mayores de la comarca. «También es una satisfacción cuidarles, ya que ellos son quienes mantienen nuestros pueblos», dice Alonso.