En Burgos puedes estar a diez bajo cero, pero bajo un cielo inmensamente azul, tanto que duele mirarlo. Y si por el día el dios Sol nos da la vida, cuando cae la noche ese cielo se torna oscuro y nos atrapa con sus miles y miles de destellos. Es el influjo de las estrellas, de las constelaciones y galaxias que habitan esa cúpula celeste y que cada vez cuenta con más adeptos.
Hasta no hace muchos años, observar las estrellas era una actividad reservada a unos (o muchos) amantes de la astronomía, agrupados en asociaciones y colectivos que han recorrido y viajado para encontrar esos puntos desde donde ver el cielo y mostrarlo a los demás.
En los últimos años, se están dando un giro y a esa dimensión científica y divulgativa se une la vertiente turística, que no hace más que crecer, y el salto es tanto cuantitativo como cualitativo de tal manera que ya hay un nuevo fenómeno: el astroturismo o turismo astronómico, que gana popularidad en todo el país y la provincia de Burgos, libre de contaminación lumínica en prácticamente todo su territorio, no es la excepción, de ahí que en medio de tanta España vaciada, muchas localidades han dado un paso adelante y se posicionan como territorios astronómicos, ofertando sus cielos como un atractivo más a sumar a sus patrimonios artístico, arqueológico, etnográfico o de naturaleza.
La pequeña localidad de Lodoso, perteneciente al Ayuntamiento de Pedrosa de Río Urbel, fue la primera en contar con un observatorio, el Alcor, al que poco después acompañó un segundo, Nizar. Hace ya de eso 20 años y fue la Asociación Astronómica de Burgos y la junta vecinal quienes hicieron ese 'milagro' de construir ambas instalaciones. Ubicadas en el término llamado Valgrande, son un referente en la provincia que atraen a cientos de aficionados y escolares a lo largo del año de la mano de la entidad astronómica que no para de organizar cursos, charlas y observaciones. Además, en el céntrico Museo Etnográfico de Lodoso se puede disfrutar de una exposición permanente sobre la historia de la astronomía.
Para Óscar Alonso, el alcalde, los observatorios han contribuido a mantener el pueblo vivo, dinámico y a darle esa seña de identidad propia de la que se enorgullece. «Ver cada fin de semana 50 o 60 personas es no solo un aliciente sino un recurso que genera riqueza; de hecho, el bar se mantiene abierto gracias a ese flujo de visitantes», reconoce, mientras recuerda que está en construcción un tercer observatorio que estará operativo el próximo verano.
De ahí que para este pueblo sea tan importante levantar el Centro de Interpretación de la Astronomía. El proyecto está y el solar espera, pero falta financiación para ejecutar una obra tan ambiciosa. Pese a la primera desilusión por no ser seleccionado su proyecto para recibir fondos europeos, el alcalde no se rinde y asegura que el centro se hará aunque sea por fases. Recientemente ha firmado un convenio con Tragsatec, entidad que se encarga de buscar fondo para proyectos que promueven el desarrollo rural.
Enrique Bordallo es el presidente de la Asociación Astronómica de Burgos y asegura que aunque estamos empezando con el turismo astronómico, la provincia de Burgos tiene un potencial extraordinario que se debería aprovechar. Aunque los mejores cielos están en la zona norte y oeste, el resto de la provincia también cuenta con cielos libres de contaminación lumínica, y un ejemplo de ello son el propio Lodoso y la comarca de Juarros, que recientemente ha conseguido la certificación como destino turístico Starlight. Bordallo diferencia el contexto astronómico de ambas, mientras la primera nació como un proyecto científico y educativo, los Juarros lo han hecho como un territorio para atraer turismo; en todo caso, añade, los dos conceptos están cada vez más cercanos porque el objetivo último de los pueblos es atraer todo tipo de visitantes para su desarrollo y dinamización.
De cualquier manera, Bordallo cree que la provincia debe fijarse y seguir los pasos de Canarias y Andalucía y aprovechar el patrimonio de su cielo al máximo. En Andalucía, recuerda, prácticamente todas las casa rurales tienen un observatorio y se venden como alojamientos Starligth, de ahí la importancia de que ayuntamientos y agentes económicos de los territorios trabajen en común. Y en este sentido recuerda que «debemos comenzar a trabajar de cara a 2026».
Ese año, concretamente el 12 de agosto, habrá un eclipse total de sol y la provincia de Burgos será, hacia las 20:30 horas, el epicentro del mismo, porque donde mejor se avistará será en una franja entre las provincias de Palencia, Burgos y la comunidad de Aragón. Serán miles de visitantes los que lleguen a Burgos, y son los aficionados del centro de Europa los que ya buscan las mejores localizaciones en la provincia. En Burgos, el último eclipse solar que se contempló fue en 1905.
Con la vista también en esa fecha trabaja la Junta de Juarros, que integra a los once pueblos de la comarca y que hace unos meses obtuvo la certificación de destino turístico Starlight, tras la evaluación de los resultados de la auditoria realizada sobre la calidad de sus cielos. Para este pequeño territorio, próximo a los yacimientos de Atapuerca y al parque Paleolítico Vivo, esta distinción es un reclamo para ampliar el abanico de posibilidades de ocio, cultura y ciencia y el desarrollo de un ambicioso proyecto. Actualmente, como explica Juan Manuel Romo, portavoz de la entidad, se trabaja en el desarrollo de un Plan de Acción, de la mano de Agalsa, que definirá las acciones e infraestructuras que se pretenden ejecutar. Romo explica que hay que aprovechar la calidad de los cielos, «una de las pocas ventajas que tenemos los pueblo de la llamada España vaciada, y eso implica también trabajar en cuestiones como la conservación de la calidad del cielo y la estrategia y gestión de los recursos y de los servicios ofertados».
La posible creación de un observatorio, de miradores en distintos puntos de la comarca, la organización de cursos, formación de monitores y guías, paseos, adaptación de la página web de la comarca a esa nueva realidad astroturística... están en ese plan de acción, en el que también pretenden implicar a otros agentes de desarrollo de la zonal, como los sectores del turismo rural, de naturaleza y la hostelería.
Y al amparo de la astronomía han surgido empresas que organizan observaciones, como la de José Ángel Miguel con el sugerente nombre de Astronomiaporuntubo. Su perfil es educativo, dice, pero se lanza a este tipo de proyectos porque le interesa potenciar en el medio rural esos conocimientos y contribuir a la recuperación del medio ambiente y los cielos nocturnos.
Impulso para Castrojeriz. Quien ha dado también un paso al frente es la Fundación Amigos de San Antón. Aunque se trata de un proyecto privado, la creación de un observatorio en el convento antoniano ya está teniendo repercusión en el turismo de la villa castreña.
Se trata de la primera instalación del Camino de Santiago y es fruto de un convenio de la Fundación con el alojamiento Quinta San Francisco, que ha financiado el proyecto. Enfocado inicialmente a los peregrinos, la observación de las estrella se ha abierto a grupos en general y ya se han organizado varios encuentros, en los que se cuenta con las explicaciones de otro amante de la astronomía Fernando Sanz.
Ovidio Campo, presidente de la Fundación, explica que se ha generado expectación y ya se considera un gancho más para atraer turistas, de tal manera que una vez cierre el albergue de peregrinos se dejará abierta la posibilidad de visitas para observar las estrellas con grupos organizados. Así se ha propuesto al Ayuntamiento con el objetivo de aprovechar este recurso e implementar la oferta turística local. El reto del año 2026 también está en su mente y confirma que la Quinta San Francisco ya tiene reservas para agosto de ese año de cara a contemplar el eclipse desde la villa.