El Juzgado de Menores de Burgos condenó a un año de internamiento y dos de libertad vigilada un menor de 17 años por agredir sexualmente a una joven de 16 tras forzarla a mantener relaciones íntimas en la vivienda de esta última. La Audiencia Provincial estimó parcialmente un recurso presentado por su defensa y finalmente retiró el tiempo de encierro.
Los hechos, que ambos fallos considera probados, se remontan al 5 de febrero de 2023. Víctima y agresor pasaron la mañana arbitrando juntos un partido de baloncesto. Después, se fueron a tomar algo a un bar junto con una amiga y posteriormente el ahora condenado se ofreció a acompañar a la víctima a su casa porque vivían cerca. Cuando estaban cerca del domicilio, él le pidió insistentemente subir a su casa sin que la chica mostrara, en principio, interés, pues llegó a contestarle «tú te vas a la tuya y yo a la mía».
Al llegar al portal siguió insistiendo, diciendo que sólo iba a ser «un ratito» para ver al gato. Finalmente, la menor de 16 años accedió. En un principio estuvieron en el salón de la vivienda con el animal, pero seguidamente se fueron hasta el dormitorio de la joven. Él se tumbó en la cama y ella se sentó a su lado, momento en el que comenzaron a besarse de manera consentida. En un momento dado, él la agarró y la puso encima.
En el instante en el que estaban tumbados en la cama, el ahora condenado comenzó a realizarle tocamientos en los pechos y las nalgas por encima de la ropa, llegando incluso a propinarle azotes en los glúteos. Conducta que la víctima pidió que parase. Sin embargo, él hizo caso omiso y la agarró por el cuello preguntándole si eso la «ponía cachonda». La menor, por su parte, siguió pidiendo que detuviese su actitud.
Viendo que la joven mantenía una actitud pasiva, el agresor llegó a preguntarle si quería que se quitase, a lo que ella contestó de manera afirmativa. Sin embargo, cuando ella se iba a apartar volvió a agarrarla de las nalgas y a besarla. Seguidamente, la desplazó hacia un lado de la cama y la inmovilizó contra la pared. En ese momento, y en contra de su voluntad, aprovechó para tocar su zona genital. En un principio por encima de la ropa, pero finalmente logró meter su mano por debajo de su ropa interior para introducir tres dedos en su vagina.
Esto le ocasionó a la joven un sangrado en la zona genital. Lejos de detener su actitud, volvió a la carga para ponerla encima de él y pedirle que le hiciera una felación, a lo que ella se negó. Él entonces la increpó diciéndole «cómo no vas a hacerme nada con esa cara de puta» con la que le estaba mirando. La víctima finalmente consiguió zafarse y se fue hacia el salón.
El condenado, por su parte, se fue a la cocina para comer y beber algo. La chica le dijo que se marchase de su casa, a lo que en un principio se negó hasta que, finalmente, aceptó. No sin antes decir que parecía que le «echaba a patadas». A causa de estos hechos, la víctima sufrió ligeras equimosis en regiones de sus genitales de entre uno y tres centímetros por las que tardó en curar cinco días, pero que no le dejaron secuelas.
Además de la medida de libertad vigilada durante un periodo de dos años, los fallos de ambas sentencias le imponen la prohibición de acercarse a la víctima a menos de 100 metros durante tres años y la obligación de someterse a diferentes programas formativos de educación sexual e igualdad. También deberá pagar el coste de la asistencia sanitaria.