Es una de las calles con más historia y solera de la ciudad. Su tradición comercial y hostelera llenó de actividad durante décadas esos 200 metros que hoy presentan una fotografía muy diferente con la promesa de lucir de nuevo con todo su esplendor.
La Puebla no escapa al efecto negativo que sufren otras vías tradicionales de la ciudad debido a los cambios de costumbres de consumo y a los nuevos hábitos, entre otras cuestiones socioeconómicas fundamentales. Haría falta mucho más para que esta arteria peatonal sucumbiera a las particularidades de la vida moderna, pero los establecimientos tradicionales sufren para ceder el testigo y el reciente cierre de la prendería La Marión es el claro ejemplo de las circunstancias actuales.
El adiós de este clásico es el último incluido en una tendencia habitual en los últimos años. Un total de 11 bajos lucen hoy el cartel de 'Se Alquila' o 'Se Vende', a pesar de que muchos han logrado reinventarse en los últimos tiempos con nuevos modelos y conceptos de negocio. Con estos ingredientes, la resistencia de los habituales y la ilusión de los últimos en llegar añaden un mérito mayor al esfuerzo de abrir cada día.
No hace tanto tiempo que La Puebla era un hervidero de gente disfrutando de las opciones que ofrecían el comercio de proximidad clásico, la restauración y el ocio nocturno. La Cábala, La Mansión, La Chica de Ayer, La Cuca, El Sotabanco, Mármedi, el cibercafé, la Rebotica, La Chistera o el Principal fueron nombres propios capaces de competir o de complementarse con la tradicional fortaleza de la calle San Juan, hermana de La Puebla.
Restaurantes como La Vinoteca, el Pils o La Fábula fueron referentes culinarios que convivieron con boutiques, tiendas de alimentación de barrio, el toque de negocios como Ingletes, los desayunos del San Lesmes u otros imprescindibles que también mantienen el pulso como el Hotel Cordón. Allí también estuvo Textiles Marín, que dio paso a una multinacional de moda.
El inexorable avance del calendario y la evolución del sector dibujan hoy un panorama diferente, donde la regeneración es paulatina con la llegada de nuevos modelos comerciales. Se logra, al fin y al cabo, con la energía de los jóvenes emprendedores.
Tatuajes, masajes o los espacios ecológicos y vegetarianos ganan protagonismo en estos tiempos, así como la expansión de los establecimientos relacionados con los tratamientos de belleza y el cuidado personal -Bello by Milano es el último en abrir sus puertas-. Ello se une a la conversión de los locales de hostelería en nuevas apuestas culinarias dispuestas a conquistar al público.
Novedades urbanísticas. La Puebla, como el resto de las calles comerciales, se adapta a los condicionantes del momento y busca elementos revitalizadores. El mural cidiano de 60 metros cuadrados que preside la vía desde 2022 aporta colorido y atractivo a una vía que aguarda el momento en el que comience una esperada intervención que debe marcar un punto de inflexión.
El derribo de los pabellones y las cocheras de la Comandancia de Obras dibujará una plaza de uso público, abrirá una nueva conexión peatonal y sumará más vecinos al entorno con la construcción de dos edificios de viviendas.
Uno de ellos se levantará adosado al inmueble de Jurieco en San Lesmes y el otro junto al número 36 de La Puebla. Esta actuación urbanística de iniciativa privada se presenta vital para el desarrollo de este céntrico enclave, un paso adelante muy importante a la espera de avanzar en otras cuestiones como la reforma pendiente del número 30.
Este inmueble fue la antigua sede de la Comandancia de Obras del Ejército de Tierra y la Seguridad Social había proyectado alojar su Centro de Atención e Información. Su rehabilitación, lamentablemente, sigue estando fuera de los planes a corto plazo del Ministerio que ahora dirige Elma Saiz, el cual debería actualizar el proyecto para llevar a cabo la actuación.