La ciudad no se lleva bien con los festivales de música. Otros intentos ha habido que han muerto demasiado pronto y el Tribu, con nueve ediciones vinculadas a la música de raíz y el arte urbano, va camino de perecer por las ayudas públicas. «Siempre ha habido retrasos en el pago de los convenios del Ayuntamiento, pero cada año son mayores. Y quienes al final pagan el pato son las empresas burgalesas. Tenemos medio centenar de proveedores reclamándonos lo que les debemos y una decena de trabajadores de producción llevan dos años sin cobrar. Así es imposible continuar». El lamento de Héctor Aguilar, director del Festival Tribu, se justifica por un agujero de 130.000 euros creado por los retrasos en el pago de la Gerencia Municipal de Cultura.
Para empezar el Ayuntamiento debe al festival el 30% del convenio del año pasado (30.000 euros) que está «pendiente de revisión» en Intervención. Los gastos están justificados y el expediente tiene el visto bueno de la Gerencia de Cultura, pero el documento no avanza. Sin ese convenio finiquitado, el Consistorio no puede concederles los 100.000 euros que la Gerencia Municipal de Cultura se comprometió a aportar para la edición de mayo, por lo que el festival tiene paralizados 130.000 euros. Con un presupuesto de 250.000 euros, el Tribu ha podido pagar a los artistas y otra serie de facturas, pero no tiene capacidad para adelantar lo que el Ayuntamiento le debe, por lo que se acumulan los impagos a empresas y proveedores.
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