Una empresa de palés se va de Burgos a San Mamés

L.M. / San Mamés de Burgos
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La firma, que llevaba radicada en Villalonquéjar desde hace años, asegura que el Ayuntamiento de su nueva ubicación les ha puesto «todas las facilidades del mundo»

La fabricación de los palés arranca desde cero con la colocación de las tablas en una máquina que posteriormente los une mediante clavos. - Foto: Luis López Araico

En los últimos años es habitual que compañías radicadas en el medio rural burgalés se hayan trasladado desde sus orígenes hasta la capital en búsqueda de mejores condiciones, un entorno empresarial o económico más benigno o la proximidad a las grandes vías de comunicación. Sin embargo, y he aquí lo paradójico del camino que ha emprendido El Palé-Logística Jocla, hacer la travesía inversa, es decir, cerrar la persiana en Villalonquéjar para instalarse en un municipio fuera de la ciudad es algo casi inédito. Máxime cuando esa apuesta ha venido acompañada de una cuantiosa inyección económica y, lo que es más notorio, el aumento de su plantilla al doble.

Nacho Núñez fundó hace dos décadas una empresa dedicada a la fabricación, almacenaje, reciclaje, tratamiento y compra-venta de palets. Hasta hace unos meses estaban instalados en el mayor polígono de Castilla y León, el de Villalonquéjar, pero las necesidades de expandir su negocio y las facilidades que les pusieron encima de la mesa desde el Ayuntamiento de San Mamés de Burgos terminaron por convencerle para iniciar la mudanza. «Allí éramos uno entre un millón y aquí nos sentimos muy arropados y queridos», reconoce Núñez, que agradece también las gestiones que se han hecho desde la Diputación para materializar el traslado.

Para iniciar el trabajo en su nuevo complejo han invertido cerca de 3 millones de euros en maquinaria de última generación para procesar los paléts. Cuentan con numerosas certificaciones de calidad, a las que suman la autorización para fabricar unidades tanto del modelo EUR como EPAL, las dos homologaciones que coexisten en el mercado europeo. De la decena de trabajadores que tenían en plantilla en la calle Merindad de Castilla la Vieja de la capital han pasado ahora a 19, lo que supone doblar personal. Y es que sus previsiones fijan en que en los próximos meses podrían llegar a multiplicar también por dos la facturación anual de la compañía.

El refuerzo de maquinaria y de equipo humano permite pasar de los 1.000 palés que se fabricaban a diario en Villalonquéjar a los más de 2.500 que salen a día de hoy de sus instalaciones. Además, el nuevo horno-secadero para imprimir tratamientos fitosanitarios a cada una de las plataformas de madera que sacan ha mejorado sus rendimientos. El medio millar que se atendía antaño en 24 horas son ahora 2.000 en apenas 4. «Estamos encantados en San Mamés. Todo el mundo nos ha aceptado muy bien y no tenemos queja alguna», indica.

Dedicados a todo tipo de sectores, desde el industrial al agroalimentario, sus clientes son tanto nacionales como internacionales. Francia y Alemania son algunos de los destinos de las piezas que se ensamblan desde cero en las instalaciones de San Mamés. «La evolución de la demanda era cada año mayor, en Villalonquéjar teníamos imposible crecer y no lo pensamos ni un instante cuando nos surgió la posibilidad de marcharnos», explica Nacho Núñez. En el pueblo cuentan con un recinto de 10.000 metros cuadrados, una capacidad más que suficiente para mantener almacenados miles de palés in situ sin renunciar a posibles ampliaciones a futuro. «Notamos cercanía, facilidades y un trato mucho más cercano con la administración local. En Burgos eso es imposible, allí éramos uno entre un millón», indica el empresario burgalés.

Advertencia. Como recomendación para todas esas compañías que estén buscando localizaciones para montar un proyecto industrial o para otras que barajen renunciar al medio rural en pro de la capital, Nacho Núñez lo tiene claro. «Mi consejo es que no lo duden. Si nos ofrecen tanta ayuda como a nosotros... ni me lo pensaba. En Burgos no estábamos mal, pero aquí nos sentimos muy valorados», precisa. Prueba de ello es la vida que hacen en el pueblo -muchos de sus empleados toman el café o almuerzan en el bar-. Es más, algunos están incluso tanteando la posibilidad de comprar una casa para vivir allí.