La irrupción de la covid-19 desencadenó una ralentización llevada a su máxima expresión de buena parte de la industria. A excepción de las denominadas como 'esenciales', el resto de fábricas redujo de manera notable su actividad para evitar una mayor transmisión del coronavirus entre su plantilla. La reactivación de muchas de ellas a partir de 2021 fue -está siendo- un proceso largo y costoso del que no todas han podido recuperarse.
Todo lo contrario ha ocurrido con la planta de L'Oréal de Burgos, que lleva dos años seguidos batiendo récords de producción.
Habituados a sacar anualmente alrededor de 250 millones de unidades de sus productos cosméticos, en 2023 lograron subir esa marca hasta las 324 millones. En las instalaciones del polígono de Villalonquéjar se elaboran principalmente artículos de peluquería para profesionales, casi el 50% de todas las unidades de esta división.
«Aumentar mucho la producción conlleva un incremento de los medios para poder hacerlo», explica Inés Fernández, directora de la fábrica burgalesa. Una de las facetas donde han tenido que centrarse es en los recursos humanos: de los 500 empleados que había hace un par de ejercicios se ha pasado a un organigrama que supera las 600 personas sumando tanto la factoría como el centro logístico. A este factor han sumado una inversión que en el último lustro sobrepasa los 50 millones de euros tanto para la renovación de líneas de producción como para la incorporación de nuevas.
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