Sabiendo que los ministros del Gobierno de coalición que proceden de Sumar miran más por los intereses de Putin que por los de Zelenski, Pedro Sánchez había mantenido durante meses un perfil político bajo en relación con la ayuda militar que reclamaba Ucrania. ¿Qué ha pasado para que, de repente, en un cambio de guion que ni ha llevado el Parlamento ni lo ha consultado con sus socios, haya comprometido mil ciento treinta millones de euros destinados a proporcionar armas y municiones a Ucrania?
Un cambio tan llamativo, rubricado por la visita a España del presidente Volodímir Zelenski, solo encuentra explicación en una constante de la estrategia de Pedro Sánchez: desplazar el foco de atención de asuntos de política interior incómodos -casos de corrupción o la inminente aprobación de la Ley de Amnistía- creando escenarios de relato alternativo que los medios no pueden dejar de reflejar.
En esta ocasión han sido dos: la ayuda multimillonaria en armamento para Ucrania y el no menos publicitado anuncio del reconocimiento del Estado palestino. En la génesis de ambos anuncios se detecta un factor común: son decisiones personales de Pedro Sánchez. Ninguna de las dos ha sido sometida a debate en el Congreso y tampoco le fue comunicada con anterioridad a la dirección del PP, primer partido de la oposición.
El sesgo cesarista que delata esta forma de gobernar ha quedado una vez más al descubierto, pero más si cabe en esta ocasión, porque resulta que la decisión de destinar más de mil millones de euros en ayuda para armar a Ucrania le fue hurtada a los ministros de Sumar quienes hace mes y medio aprobaron esa partida en el Consejo de Ministros convencidos de que iba destinada a nuestras Fuerzas Armadas. Han sido ellos mismos, por boca de la vicepresidenta Yolanda Díaz, quienes, no ocultando su malestar, han dado cuenta de lo sucedido, acusando al presidente Pedro Sánchez de "deslealtad con sus socios", y, lo que en su opinión es más grave: "falta de lealtad con los españoles".
Dado que dicho malestar no les ha conducido a abandonar el Gobierno, cabe pensar que en todas estas historias hay mucho de teatro en vísperas de las elecciones europeas del 9-J . Porque, sin consultar con nadie, ese es el foco hacia el que apuntaba Sánchez abrazando por primero a Zelenski y mirando después hacia Palestina.