Por Lunada, no

A.C. / Espinosa de los Monteros
-

Vecinos de Espinosa de los Monteros coinciden en tachar de «muy peligrosa» la carretera de Lunada, en la que murieron 4 jóvenes madrileños el sábado y para la que ahora anuncian un proyecto de mejora

El rescate de los cuerpos de los cuatro jóvenes de Vallecas se alargó durante cinco horas, una vez certificada su muerte.

Ni una sola voz de las consultadas a uno y otro lado del límite entre Burgos y Cantabria pedía ayer otra cosa distinta. Todos clamaban seguridad y quitamiedos para la carretera CA-643, donde el sábado por la noche perdieron la vida cuatro jóvenes madrileños de 20 y 21 años tras precipitarse su coche 300 metros por una vertiginosa pendiente. El ganadero espinosiego Pablo Fernández-Vallejo no pudo ser más claro: «Para nosotros, con niebla, lluvia o nieve, el puerto no existe». El alcalde de Las Machorras, Roberto Ortiz, lanzaba el mismo mensaje: «En ese tramo te juegas la vida en seco o en mojado». «Posiblemente ahora hagan algo. Hace falta que se muera la gente para hacer algo», vaticinaba.

Y así fue. En la misma mañana el consejero de Fomento del Gobierno cántabro, Roberto Media, anunciaba la licitación «a lo largo de este año» de las obras de mejora de un primer tramo de 6 kilómetros de La Concha hacia el puerto, con un coste de más de 3 millones, y avanzaba que había encargado la redacción del proyecto de mejora de los 6 kilómetros restantes hasta alcanzar el límite de ambas regiones -del 8,2 al 14,3-, el tramo donde se produjo el siniestro.

El tránsito en la vertiente cántabra de Lunada arroja una media de 240 vehículos diarios. La mayoría son los que se acercan desde San Roque de Riomiera a Espinosa de los Monteros, donde es común ver a los cántabros los martes de mercado o de paso cuando acuden a la ITV a Villasante. De hecho, allí se dirigía un hombre de 62 años, que falleció hace dos años cuando su todoterreno se despeñó en el mismo tramo. De Espinosa hacia Cantabria el flujo es cada vez menor. Algunos trabajadores del Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA 12), que residen en Cantabriaacortan por este puerto. Ylos vecinos de Espinosa más valientes lo utilizan en verano para ir a la playa para quitarse 20 kilómetros.

Pilar Obregón, dueña del refugio Castro Valnera, en el puerto de Lunada, realiza las compras en Santander. Apenas 60 kilómetros separan su negocio de la capital cántabra. «Los que estamos acostumbrados a circular por carreteras de montaña tenemos precaución y cuidado. Pero hay miedo porque en sus primeros 5 kilómetros no tiene contención ni guardarraíles», describe. El sábado tuvo clientes de San Roque, a 18 kilómetros del refugio, y sabe que llevan «años pidiendo seguridad». A su juicio, «no se usa más porque hay gente que tiene miedo».

(Más información, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos o aquí)