Mal que no mejora, empeora. El refrán castellano puede aplicarse en todos sus términos a la situación en la que se encuentra la plaza Santiago tras someterse a una remodelación que finalizó en septiembre de 2021 y costó 1,7 millones.
Las grietas de la superficie superan ya el medio centenar, especialmente en la parte central, pero se han ido agrandando hasta el punto de superar los diez centímetros de ancho. Esto ha hecho que se llenen de suciedad o colillas de cigarrillo. Las fisuras también han crecido a lo largo y han alcanzado a los alcorques en los que se plantaron árboles. El asfalto no solo se ha quebrado en muchas zonas sino que también se ha llegado incluso a levantar dejando enormes agujeros que se llenan de agua. Hay uno en el que puede verse la tela asfáltica que hay debajo. Paralelamente, también se ha separado el asfalto de la superficie de la plaza que conecta con la intervención realizada en los soportales.
Todo ello da una imagen de deterioro innegable que se agrava con el vallado que se colocó cuando se hizo una cata en verano para determinar el origen de las humedades del aparcamiento situado debajo y que no se ha retirado.
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