Dos exposiciones homenajean en Francia a Ignacio del Río

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Morcenx en octubre y Pessac (hermanada con Burgos), en noviembre, serán las dos ciudades de la región de Las Landas en las que se exhibirán obras del genial artista burgalés, el último bohemio

‘Marina IV’ (óleo sobre lienzo), de Ignacio del Río. - Foto: de la fotografía IGNACIO DEL RÍO jr

Cuando llegó a París aún no había cumplido la mayoría de edad: tenía los sueños intactos, hambre de gloria y una exultante luz de vida en la mirada. Resultaba imposible que no le marcara aquella experiencia para quien ya fantaseaba con dedicarse a pintar un día; habitar una ciudad tan bella, cuna de la bohemia, cantera de genios, sólo podía quedársele muy adentro, en lo más profundo del alma: exactamente en el centro de su corazón. París, Francia. «Me cambió la vida. Soñé con ser alguien, quizás el último impresionista», confesó en cierta ocasión, cuando ya transitaba hacia el crepúsculo de sus días; cuando, ya sentado al borde de sí mismo, se dedicó a contemplar cuanto había a su alrededor, cuanto había ganado y perdido en una sola mano, tahúr de tantas cosas. Como siempre fue un tipo fieramente humano, posiblemente consciente ya entonces de estar eternamente condenado a galeras de sí mismo, se llenó de París, de esa Francia capital de la belleza y del mundo y de la luz y del amor, acaso como anticipo de lo que le sucedería un día, cuando caería rendidamente enamorado de una francesa, como no podía suceder de otra manera tratándose de Monique Dechambre, quizás la mujer más elegante, inteligente y hermosa que conoció en su vida, y eso es decir mucho tratándose de Ignacio del Río.

Precisamente ha sido ella y el hijo de ambos, Adriano, en colaboración con Ignacio, el hijo mayor del artista (que es galerista en Málaga desde hace años), quienes han impulsado el hermoso homenaje que, casi al borde de los diez años de la muerte del irrepetible pintor burgalés, le va a tributar el país vecino, con quien tanto quiso Ignacio. Las localidades de Morcenx, en octubre, y Pessac (con la que está hermanada la Cabeza de Castilla), en noviembre, van a acoger sendas retrospectivas del artista burgalés, que no se puede entender sin Francia, donde encontró su primer paraíso empezando por la Ciudad de la Luz: el Barrio Latino, Saint Michael, el Trocadero, el Louvre, las riberas del Sena, Montmartre; donde, ávido de todo, ansió ser alguien, intentar comprender el misterio del arte, que no es otra cosa que el enigma de la vida. También allí se empapó de quienes tanto habrían de influirle para los restos: Picasso, Miró, Cocteau, Fernan Léger, Giacometti, Kline, Kandinsky... Todos le deslumbraron, incluido el universal artista malagueño, a quien trató y retrató. «Era el Rey Midas», diría Ignacio muchos años después sobre el autor de El Guernica.

(Más información, en la edición impresa de este lunes de Diario de Burgos)