El momento complicado por el que atraviesa el aeropuerto de Villafría, lastrado por el descenso en el número de usuarios de los últimos dos años, no ayuda a mejorar sus números. Pesa demasiado la obra necesaria para su puesta en marcha y el consiguiente esfuerzo con el que tuvo que arrancar, y los ingresos procedentes de los servicios aeroportuarios o comerciales no consiguen dar la vuelta a la tortilla.
Como consecuencia de ello, la instalación incrementó su deuda acumulada durante el ejercicio 2012 hasta los 80,17 millones de euros frente a los 68,12 que presentaba al acabar el ejercicio 2011, según las cuentas de resultados hechas públicas por Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). Desde el año 2009, momento en el que AENA ofrece datos sobre la deuda acumulada del aeropuerto, ha pasado de 57,8 a los mencionados 80 millones de euros, casi un 39 por ciento. Solo hubo un respiro en el ejercicio 2011, cuando experimentó un descenso de 1,75 millones. En el resto de los ejercicios la tendencia ha sido al alza.
Si dividimos el volumen total de deuda entre los 130.852 pasajeros que habían pasado por Villafría desde su inauguración en julio de 2008 hasta el 31 de diciembre de 2012, el resultante es una deuda de 612,67 euros por pasajero. Curiosamente, y aunque el montante total ha crecido en los últimos 12 meses, el correspondiente a cada usuario ha disminuido en el último ejercicio al descender desde los 620 por pasajero del año pasado.
Al incremento de la deuda ha contribuido una caída de los ingresos de explotación. Tras el tope alcanzado en 2010, con 300.000 euros, ya en 2011 había bajado hasta los 230.000. Y en el pasado ejercicio cayó hasta los 160.000. Esta cifra es la tercera peor de toda la red de aeropuertos nacional, solo por delante de Albacete y el helipuerto de Ceuta, con 90.000 y 130.000 euros respectivamente. De hecho, los servicios aeroportuarios solo procuraron unos ingresos de 110.000 euros y los comerciales únicamente 3.000.
Al menos, en paralelo al descenso de los ingresos también ha habido una contención de los gastos que ha permitido que la situación no empeorara aún más. Los gestores de Villafría, siempre según la información financiera de AENA, han pasado de presentar unos gastos de explotación de 5,08 millones de euros a 3,45. La mayor parte, con 1,66 millones, se la llevan las amortizaciones (en 2011 habían sido 2,19 millones). Ha habido también un esfuerzo en personal, que pasa de 790.000 a 690.000 euros (llegó a ser de más de un millón en 2010).
Igualmente la EBITDA, indicador que no incorpora amortizaciones ni impuestos y por tanto se considera como el resultado económico puro de la empresa, mejoró al pasar de -2,66 a -1,62 millones de euros, con un resultado después de impuestos final de 6,30 millones de euros en negativo frente a los 4,72 del ejercicio inmediatamente anterior.
Preguntada por las razones del incremento de la deuda, fuentes oficiales de AENA explican que «la deuda no sólo financia el déficit de explotación, sino también la inversión en activos fijos». Por ello, en el aeropuerto de Burgos «el incremento de la deuda del año 2012 respecto a 2011 se explica por el incremento del activo en ese mismo periodo, el cual se debe a la diferencia de justiprecio en el pago de expropiaciones de terreno llevadas a cabo en 2012». El precio del suelo sigue siendo un lastre para muchas de las grandes infraestructuras, pero en este caso se convierte también en un activo fijo y es por ello que respecto al año 2011 este apartado crece desde los 44,55 hasta los 52,64 millones de euros.
Sin decisiones drásticas
La mayoría de los aeropuertos españoles presentan unos resultados negativos. Ni siquiera Madrid se salva de esta tendencia generalizada, con las excepciones de Barcelona, Bilbao, Ibiza, Lanzarote, Gran Canaria, Palma de Mallorca, Tenerife y Sevilla.
A mediados de 2012, cuando AENA difundió el detalle con los resultados de los aeropuertos correspondiente al ejercicio anterior, los responsables del Ministerio de Fomento enarbolaron el informe como el punto de partida para un estudio de la eficiencia y viabilidad de la red de aeropuertos. Entonces se hablaba de tomar decisiones de ajuste y se temía por la continuidad de las instalaciones más débiles, un paquete en el que Villafría era mencionado con frecuencia.
Año y medio después, y con datos incluso peores encima de la mesa, no se han producido cierres de instalaciones. Su vocación de servicio público y las sensibilidades que en cada territorio siempre despierta la supervivencia de los aeropuertos mantienen congelada la adopción de medidas radicales.