El año pasado se declararon una veintena de incendios en naves industriales de Burgos, que son de las intervenciones más complejas para el servicio de Bomberos por los condicionantes que rodean siempre a estos siniestros. No hay que olvidar, por ejemplo, lo ocurrido el pasado mes de marzo en Molifibra o Agrolab, donde las llamas causaron numerosos daños, pero la rápida actuación evitó peores consecuencias. Desde el parque llevan meses analizando cómo se puede mejorar a la hora de intervenir en los polígonos y por eso están elaborando un plan de actuación rápida. Una especie de archivo con fichas básicas de cada empresa de la ciudad pasa saber a qué atenerse en caso de emergencia. 

Se trata, sencillamente, de hacer pequeños croquis de las industrias de la ciudad. Planos básicos de las fábricas para saber la situación de cada elemento y sus principales riesgos en caso de incendio. «Actualmente contamos con los planes de emergencias de cada empresa, pero son documentos de 200 páginas que, si tenemos que acudir por un siniestro, no es muy útil porque no tienes tiempo de mirarlo. Se trata de tener una información muy simple de lo que me voy a encontrar cuando llegue para saber cómo tengo que actuar. Dónde tengo tomas de agua o las del gas por si tengo que cortarla», explica Javier Llorente, subjefe del Servicio de Extinción y Prevención. 

Actualmente tienen confeccionadas más de una decena de fichas operativas de industria, pero el objetivo es extenderlo a todas las empresas de la capital. Para ello, explican desde el parque, se pondrán en contacto con las asociaciones de los polígonos y así lograr tener un archivo amplio para finales de año. 

La idea es que tanto ellos como la industria en cuestión tengan el mismo plano de actuación básica. De tal manera que, en caso de incendio, el jefe de prevención de cada compañía tenga una idea general del alcance cuando lleguen los Bomberos y así transmitirlo con rapidez. «En caso de que no esté, desde la sala de avisos lo mandamos al mando de la intervención para que lo tenga en su móvil. Pase lo que pase siempre vamos a tener la ficha con la situación de una fábrica. En un momento de tensión y poco tiempo, ayuda mucho», insiste Llorente. 

Las instrucciones para este tipo de incendios son constantes, pero en los últimos días se han incorporado ya las fichas operativas básicas. Presenciamos un simulacro de un aviso en una empresa ubicada en Villafría. Acude una autobomba nodriza, otra bomba secundaria, la autoescala y un vehículo auxiliar. 

Al llegar, el jefe de prevención les comunica que el fuego está descontrolado en el interior de la nave, que en las oficinas hay una posible víctima que no se ha presentado en el punto de reunión y que las llamas ya han llegado a la cubierta. Algo, por otro lado, muy común en los siniestros en industria, como también lo es el riesgo de colapso de la instalación afectada. Por eso, aclara el subjefe del cuerpo, «es muy importante la disposición inicial de los vehículos». De hacerlo mal, añade, «te condiciona el resto de la intervención». 

El operativo se divide en tres grupos: interior, cubierta y oficinas. Como el fuego está muy extendido en la planta de producción, utilizan dos tendidos de agua con una potencia de 600 a 2.500 litros por minuto. Para atacar la zona superior de la nave, usan la autoescala. Por su parte, los encargados de acceder a la zona donde presumiblemente está la víctima desaparecida van equipados con equipos autónomos de respiración. 

Todos ellos optan por la espuma porque, apunta Javier Llorente, «se adhiere mucho mejor a los objetos sólidos» y es más efectivo a la hora de sofocar las llamas. La situación se controla en minutos. El tiempo ahorrado al inicio fue clave.