La noticia del nombramiento de Óscar Puente como ministro de Transportes y Movilidad Sostenible corrió el lunes por las redes sociales en Burgos como un mal calambre, eclipsando al resto del nuevo gabinete de Pedro Sánchez. Paradojas del destino o de la Ley de Murphy, todos los grandes proyectos de infraestructuras pendientes en la provincia pasan ahora por la firma de este vallisoletano de 55 años, que durante los 8 como alcalde ha intentado centralizar en la capital del Pisuerga todo lo posible y lo imposible en detrimento del resto de capitales de Castilla y León.
Es, además, un socialista de perfil muy político -con fama de poco dialogante, peleón, correoso y para nada técnico- en un entorno de administraciones gobernadas bajo el pacto PP-Vox, como es el caso de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Burgos, en pie de guerra desde el minuto uno contra el nuevo proyecto político de Sánchez.
Por si fuera poco, su mandato ministerial coincide con el desembarco multimillonario de los fondos europeos que construirán el nuevo mapa del transporte en España en el horizonte de 2030 y, para colmo, su labor estará muy mediatizada por las exigencias de grandes inversiones cursadas por los nacionalistas aliados de Gobierno, ninguna de las cuales (como la transferencia del servicio de cercanías ferroviario catalán, los Rodalies) pasa -por ahora- por Burgos.
Famoso tuit del hoy ministro tras un partido amistoso entre el Burgos CF y el Real Valladolid.La única luz que se puede vislumbrar al final del túnel de la nueva legislatura es la esperanza de que se acelere la conexión de Burgos con la Y vasca (Vitoria), porque, claro está, es un proyecto estratégico para otro socio de Gobierno, el PNV.
Ya de por sí complejo, el panorama se retuerce en un nuevo giro de guion político que puede tener un alto coste para Burgos, claramente desplazado desde hace un tiempo de la primera línea de las grandes infraestructuras del norte de España en los planes de Madrid (y también de Bruselas).
Es más, estos -en principio- cuatro años de mandato de Óscar Puente pueden permitir a Valladolid acometer todos los proyectos que tiene ya en marcha para transformarse en el nodo de comunicaciones ferroviarias del norte de España, con el respaldo -recordemos- de los fondos multimillonarios de Bruselas, gestionados a su vez desde el Gobierno de Sánchez y desde despachos estratégicos como el que ocupa el nuevo ministro de Transportes y Movilidad Sostenible.
Se presume de la imparcialidad del Consejo de Ministros, pero, casualidades de la vida y de la hemeroteca, los grandes proyectos de infraestructuras prosperan mejor en aquellos territorios donde hay votos que deciden legislaturas, lo que no es el caso de Burgos.
Barrer para casa. Si algo ha caracterizado el mandato de Puente en el Ayuntamiento de Valladolid ha sido la política de «barrer para casa», es decir, de priorizar su ciudad por encima del resto de la región como «único polo» de atracción de inversiones industriales, de grandes infraestructuras, de población, de mano de obra...
Sí, es lo que los (egoístas) ciudadanos piden a sus alcaldes (también en Burgos), pero hasta su compañero Luis Tudanca, secretario regional del PSOE, le tuvo que parar los pies y afearle ese afán acaparador. «Mi modelo es de la descentralización, el equilibrio y la equidad, dar a cada uno lo que necesita», le reprochó el político burgalés en abril de 2019.
Meses después, en un encuentro con estudiantes, el hoy nuevo ministro dejó clara cuál es su visión de Castilla y León, que, lógicamente, pasa única y exclusivamente por su casa. Lamentó que «se prefiera que la Comunidad muera con la población marchándose a Londres, en lugar de crear un polo fuerte en Valladolid para que la gente que es de León pueda estar a solo 100 kilómetros de casa». Burgos, recordemos, está a 125...
Y es que la gran aspiración del nuevo ministro ha sido hacer de Valladolid una capital de tamaño medio, con 700.000 habitantes de población en una región que apenas supera los 2,4 millones. «Se debería apostar por ella porque, de lo contrario, ya lo hemos visto con la política aeroportuaria: café para todos». Es decir, el café para Valladolid...
Es el mismo argumento, el de 'yo soy más grande', el que esgrimió en redes sociales en febrero de 2022, para justificar que Valladolid recibiese el doble de fondos europeos que Burgos del (¡ay!) Ministerio de Transportes: 18 millones frente a 7. «Me quedo corto si dijese que estoy harto de este tipo de discursos», soltó enrabietado, discursos que evidencian la existencia de un centralismo que ahoga al resto de la región.
Pese a su gusto por la refriega política, las perlas del vallisoletano contra Burgos son muy contadas en los últimos años, básicamente, porque no era cuestión de chocar con ayuntamientos del mismo signo político como el burgalés (ya lo hacía sobradamente con el de León, que era también socialista).
Pese a ello, hay que recordar que Daniel de la Rosa tuvo que escribir una carta a la antecesora de Puente en el ministerio pidiendo «igualdad de trato» para Burgos, una misiva cuyos términos podían repetirse exactamente con las mismas palabras al nuevo ministro de Transportes y Movilidad Urbana.
Carrera muy desigual. Hay que tener en cuenta que Óscar Puente estrena despacho con tareas ya hechas. Valladolid tiene adjudicados más de 130 millones para convertirse en el «nodo del corredor norte de alta velocidad». Son 31,2 millones para una segunda vía de AVE que reforzará sus conexiones con Asturias y, en el futuro, con Cantabria y País Vasco, y otros 100 para la terminal logística ferroviaria.
En la medida que estos proyectos avancen y se hagan realidad (sumado a lo que se ha previsto en Vitoria) perderá fuerza y competitividad Burgos como nodo ferroviario del Corredor Atlántico y, así son las cosas, el interés por la línea directa Madrid-Burgos por Somosierra se irá disipando, si no lo está ya.
Puente se puede limitar estos 4 años a esperar, leer y releer el estudio de viabilidad de la reapertura del túnel de Robregordo (taponado con una bateadora desde hace más de 12 años) mientras los intereses ferroviarios de la Península y Europa circulan, por otro lado, por su ciudad.
Salvo cambios de última hora, el Corredor Central (Burgos-Madrid-Algeciras) quedaría aparcado bifurcándose por los corredores en dirección hacia Valladolid y Zaragoza, convenientemente regados con los millones europeos, quitándole a Burgos por el este y por el oeste.
Aranda de Duero, Villafría-Burgos y Miranda de Ebro quedarían en el camino como emplazamientos logísticos y ferroviarios secundarios, algo que las empresas tendrán muy en cuenta a la hora de focalizar sus inversiones y su creación de empleo.
Ya se ha escrito muchas veces en estas mismas páginas y se reivindicó en las calles de Burgos el pasado 13 de junio en la multitudinaria manifestación convocada por la Plataforma por las Infraestructuras: Si se cumplen los planes y las inversiones que está ejecutando el Gobierno de Pedro Sánchez, Burgos no solo quedará fuera del extraordinario abanico de oportunidades económicas que brindan las grandes infraestructuras (empresas, servicios de alto valor añadido, empleo, población, vivienda...), sino que perderá una de las bazas clave que le ha permitido posicionarse como una gran ciudad industrial desde mediados de los años 70.
Temas pendientes. El ferrocarril es vital para el futuro de Burgos, como también lo son las autovías. El listado de proyectos pendientes para el nuevo ministro es sobradamente conocido y repetido.
Si todo transcurre según lo previsto, Puente inaugurará el tramo de la A-73 entre Quintanaortuño y Montorio, ya en obras, y debería dar el visto bueno a la licitación de los dos tramos entre Montorio y Pedrosa de Valdelucio.
Dicho esto, deberíamos estar conectados con Aguilar de Campoo desde hace muchos años, los mismos que acumula de retraso la A-12 (Burgos-Logroño), de la que Puente solo podrá inaugurar apenas 9 kilómetros en territorio provincial y agilizar trámites...
Ocurre lo mismo con la A-11, de la que verá construido su conexión con la N-122 en las proximidades de Castrillo de la Vega. Dicho esto, sigue pendiente de tramitar el proyecto de construcción y la licitación del tramo Langa de Duero-Variante de Aranda con una inversión prevista de 211 millones.
La AP-1 también debería preocupar al ministro. Hay que ejecutar el tercer carril de la antigua autopista y más salidas para evitar los colapsos cada vez más habituales en esta vía. Todo depende de un presupuesto de 384 millones que sigue a la espera. En 2024 se licitarán los trabajos de los accesos de una vía que se ha convertido en una ratonera.