El polígono industrial Allendeduero supone la primera elección para las empresas que quieren instalarse en Aranda, una realidad que ha disparado el precio del suelo en esta ubicación, que llega a triplicar el de Prado Marina. Rubén Madrigal, presidente de la Asociación de Empresarios de la Construcción (Asecon) y agente inmobiliario, asegura que mientras que en el primero de ellos se puede pagar entre 60 y 80 euros por metro cuadrado, en el espacio vecino el coste se queda en torno a los 25 o 30 euros.
Según explica Madrigal, una de las principales razones de esta brecha está en el atractivo que ofrece Allendeduero. Mayor proximidad al centro, más servicios como restaurantes y cafeterías, y una imagen más consolidada de parque empresarial. «Es un polígono más comercial. Hay vida, hay empresas funcionando, y eso genera confianza. Eso aún no lo tiene el otro espacio», manifiesta.
Por el contrario, Prado Marina sufre las consecuencias de una planificación urbanística que, según denuncia el propio presidente de Asecon, no pensó en el futuro ni en las necesidades de las empresas actuales. «En ese polígono se dividió el suelo en parcelas de mil metros cuadrados, sin tener en cuenta que hoy las industrias buscan terrenos más grandes para poder instalarse con todo: naves, espacio logístico, placas solares…», lamenta.
De hecho, Madrigal advierte de que la falta de grandes superficies ha echado atrás a algunas empresas interesadas al implantarse en la localidad. Aunque el nuevo Plan General permite ahora la agrupación de parcelas, esta solución está limitada. «Puedes unir varias, sí, pero al final las calles delimitan manzanas de 10.000 metros como mucho, y eso ya no es suficiente», indica.
En Prado Marina se han instalado muy pocas empresas y muchos de los propietarios se hicieron con solares sólo por razones especulativas. En Allendeduero, en contraposición, apenas quedan terrenos disponibles. Principalmente, las parcelas del Sepes, junto a la depuradora, que no resultan especialmente atractivas. El resto del suelo industrial está prácticamente ocupado o en proceso de venta. «Hay zonas como la que va desde el cine hasta las benedictinas que están sin construir, pero en general no hay mucha oferta. Lo que hay, vuela», confirma Madrigal.
La demanda creciente ha puesto en varias ocasiones sobre la mesa la necesidad urgente de aumentar la oferta de suelo industrial en Aranda. En ese sentido, ya se han planteado propuestas para la creación de nuevos espacios para desarrollo de empresas. «Se necesita una ampliación con parcelas grandes, pensadas para las empresas de hoy. Si no hacemos eso, seguiremos perdiendo oportunidades», advierte el presidente de Asecon.
A pesar de la complejidad del contexto, Madrigal considera que hay margen para revertir la situación. «Hay que facilitar la implantación de nuevas empresas, pero también cuidar a las que ya están aquí», dice.
Más personal. Uno de los mayores obstáculos para favorecer la llegada de industria está relacionado con la lentitud en la tramitación de licencias urbanísticas. Según Madrigal, la oficina de Obras está desbordada. «Sólo hay tres arquitectos municipales, y están sobrecargados», argumenta que se precisa de un técnico especializado en Promoción y Desarrollo dedicado a este tipo de proyectos.
El futuro del suelo industrial en Aranda tiene duros competidores. Las ciudades cercanas como Burgos, Valladolid o Madrid han desarrollado planes más interesantes para la atracción de empresas, una realidad que puede afectar de forma negativa al municipio.