Herida de muerte. Así se encuentra la iglesia de San Esteban Protomártir desde hace más de una década sin que los vecinos de Revillalcón puedan hacer nada por salvarla de un final atroz que se aproxima con rapidez. La presencia de imponentes grietas de varios centímetros de anchura y profundidad en los muros de piedra del templo, paredes y en la cubierta suponen un grave peligro, y por ello las últimas celebraciones religiosas se trasladaron a la entrada, junto al portón.
A pesar de las intentonas por presentar un proyecto de rehabilitación integral cuyo presupuesto ronda los 100.000 euros a diferentes convocatorias de ayudas, Julio Rufino, presidente de la junta vecinal, no confía en obtener respuesta porque en el pueblo apenas residen a diario «cinco personas y no interesa invertir dinero en zonas tan despobladas», comenta con cierta resignación.
Los daños son visibles en cualquiera de las fachadas del templo aunque el mayor protagonismo se lo lleva la bóveda de cuarto de esfera del ábside, la del presbiterio y las paredes que rodean la pila bautismal. Lo que tiempo atrás comenzó como una simple hendidura a día de hoy amenaza la estructura completa de la construcción.
«La situación es preocupante», se lamenta el burebano, «pero hasta el momento no ha habido que lamentar accidentes porque apenas se han registrado desprendimientos», añade. No obstante, teme que el día menos pensado ocurra una desgracia y que una de las joyas patrimoniales de estilo románico de la comarca burebana -también de las más desconocidas pese a su interés artístico- desaparezca para siempre.
«Necesitamos ayuda, esta iglesia forma parte de la historia del pueblo y no podemos dejarla en el olvido», declara con tono de desesperación. Confirma sentirse «perdido» y no saber «por dónde tirar», y a pesar de conocer que localidades como Fuenteodra lanzan campañas de micromecenazgo de la mano de Hispania Nostra con el fin de recaudar fondos para recuperar su patrimonio, no termina de dar el paso.
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