Tras una reunión de dos horas, el Consejo de Administración de Nuclenor, formado por Iberdrola y Endesa, acordó en la mañana de ayer solicitar la autorización de explotación para Santa María de Garoña con la vista puesta en el largo plazo y sin esperar al 6 de julio, fecha marcada como límite por la normativa para pedirla. Poco después se presentó ante el Ministerio de Industria una solicitud que sorprendió, sobre todo, por su plazo. Nuclenor pide que su reactor pueda operar hasta el 2 de marzo de 2031, fecha exacta en la que se cumplirán 60 años desde su conexión a la red eléctrica. Nunca antes una central española o europea había pedido un permiso a tan largo plazo. En el mejor de los casos, la planta podría volver a funcionar en 2016.
Preguntado por la tarde, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, estimó que el informe preceptivo y vinculante del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), necesario para que Industria diga la última palabra antes de autorizar la reapertura de la central nuclear, no estará listo probablemente «antes de un año». De manera habitual ese es el plazo que viene dedicando el CSNa los informes emitidos para otorgar autorizaciones por diez años al parque nuclear español. Soria añadió que el CSN debe hacer un informe muy exhaustivo y afirmó que el futuro de Garoña «va a depender de que se cumplan las condiciones de seguridad nuclear».
En el caso de que el CSN emitiera un informe favorable en los plazos que estima Industria y el Ministerio firmara su nueva autorización de explotación, Nuclenor precisaría de otro largo periodo, «que podría ser menor de un año», según fuentes del sector, para ejecutar todas las inversiones y modificaciones de diseño que exige su puesta en marcha y funcionamiento a largo plazo. Así las cosas, es muy probable que de arrancar el reactor, este hecho no se produzca hasta el año 2016, por lo que Nuclenor contaría con 15 años para amortizar unas inversiones que los grupos ecologistas cifran en 150 millones de euros, per que la empresa nunca ha desvelado.
Precisamente esas inversiones son el motivo de que sus propietarios se hayan decantado por el largo plazo y por seguir la senda de Estados Unidos, donde 73 reactores ya cuentan con permiso de operación para alcanzar los sesenta años, y otros 18 lo van a tramitar en los próximos años. Nuclenor destacó ayer que «este periodo de operación es consistente con la práctica regulatoria existente en Estados Unidos, país de origen de la tecnología de la planta».
Inversiones
Nuclenor explicó que «un marco temporal de explotación de estas características es necesario para hacer viable el proyecto y proporcionaría estabilidad y certidumbre adecuada para acometer las inversiones precisas». Hasta ahora la firma siempre había manifestado que probablemente se iba a solicitar un autorización de diez años, como viene siendo la práctica habitual en el parque nuclear español. Pero el nuevo impuesto al combustible nuclear gastado, que aunque no tiene carácter retroactivo, significará el desembolso adicional de unos 20 millones de euros anuales, así como el volumen de inversiones ya previstas desde 2009, a las que se han sumado las nuevas medidas de seguridad nacidas del accidente de Fukushima, han podido inclinar la balanza hacia esta solicitud a largo plazo
La legislación española no contempla un plazo explícito para las autorizaciones a las nucleares, aunque hasta ahora se venían solicitando y concediendo por diez años. La última que pidió Nuclenor antes de ésta fue la licencia de 2009 a 2019, que Rodríguez Zapatero redujo de 2009 a 2013. En aquella ocasión se solicitó con tres años de antelación, en julio de 2006, porque era preciso presentar un profundo estudio del envejecimiento de la planta al superar los 40 años de edad. Entonces Nuclenor destinó 25 profesionales que dedicaron 56.000 horas de trabajo cada uno entre 2003 y 2005 para elaborar una documentación que costó casi 6 millones de euros. En los años posteriores se siguió adecuando la documentación a cada una de las peticiones del CSN. En ella ya se analizaba el comportamiento de la planta hasta los sesenta años de edad, por lo que ahora se ha actualizado parte de la documentación ya existente.
Garoña permanece parada desde diciembre de 2012. Ante este hecho, desde Nuclenor sostiene que «mantiene sus áreas vitales en situación óptima y también las menos vitales, pero imprescindibles para volver a arrancar en condiciones de seguridad». Para el mantenimiento de Garoña durante este tiempo, Nuclenor «ha tomado referencias internacionales de centrales norteamericanas que han estado paradas más tiempo incluso». Según Nuclenor, «la documentación incluida -en la solicitud- demuestra que se dispone de un adecuado control del comportamiento de las estructuras y equipos de la central y permite asegurar su capacidad para realizar las funciones de seguridad a largo plazo».