La droga de los pobres atemoriza a los sanitarios

Roberto Ruiz (EFE)
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El 'karkubi', una sustancia de bajo coste que mezcla fármacos que necesitan prescripción médica, es uno de los causantes de las agresiones que sufren los profesionales de este sector

La droga de los pobres atemoriza a los sanitarios - Foto: Imagen de freepik

Es etiquetada en algunos contextos como la droga de los pobres. El karkubi, una sustancia estupefaciente que, según la Policía, se consigue al mezclar medicamentos psicotrópicos con hachís, alcohol o pegamento, goza cada vez de un mayor protagonismo por su bajo coste y fácil elaboración. Y, por desgracia, está presente entre las agresiones al personal sanitario.

El último informe del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos (CACM), que cuenta con un registro digital pionero en España, señala que las discrepancias con la atención médica (49 por ciento) y los retrasos a la hora de recibirla (15) se mantienen detrás de la mayoría de estos injustificables ataques, pero igualmente ganan fuerza aquellos motivados por no recetar todo lo propuesto por un paciente (13).

El presidente del órgano que representa al colectivo de galenos en la comunidad más poblada de España, Alfonso Carmona, explica que el karkubi, que se elabora al mezclar psicotrópicos o cualquier otro medicamento de ese tipo que necesita prescripción, está produciendo «verdaderas catástrofes», especialmente en población juvenil que padece adicción a las drogas.

«Es un medicamento que se consigue de forma barata, comercializado como Rivotril (clonazepam). Se encargan de conseguirlo personas que acuden a los centros de salud, donde pueden robar o pedir recetas de forma reiterada a los médicos», argumenta el líder del CACM, que alerta de un «mercado negro» dedicado a su reventa dentro de España o en países como Marruecos.

Estas transacciones pueden llegar a producir hasta un equivalente de 3.000 euros al día y esto hace que la gente esté ansiosa por poder llegar a conseguir estos medicamentos, detalla Carmona, quien añade que cuando los médicos son conscientes de esa situación optan por negar su prescripción, lo que conlleva una serie de agresiones verbales o incluso físicas, contra el facultativo.

Respuesta

Ante esta situación, protagonista de nuevas agresiones, considera «fundamental» que médicos, cuerpos de seguridad y la administración sanitaria actúen de forma rápida y eficaz y tomen cartas en el asunto para evitar y atajar el problema.

Además de hacer frente a los ataques a los sanitarios, se trata también de evitar que la reventa llegue al mercado negro y que se pueda producir mayor cantidad de un tipo de droga que atenta «de forma alarmante y grave» contra la salud de la población, sobre todo en el caso de personas con más necesidades.

El escenario ha llevado incluso a tener que emitir una nota en Algeciras (Cádiz) para indicar a los usuarios de centros de salud que si perdían una receta debían presentar una denuncia y aportar el resguardo para emitirle una nueva, según el coordinador contra las agresiones del consejo andaluz, Gaspar Garrote.

«Había usuarios que pedían determinadas recetas y, a las horas, venían diciendo que se les había perdido para reclamar otra», contextualiza este representante médico.

En la misma línea, el presidente de la rama de Atención Primaria del Sindicato Médico Andaluz en Sevilla, Rafael Gómez, advierte del grueso de agresiones producidas por la demanda de psicotrópicos como Rivotril, medicamentos que salen a precios muy baratos y que pueden acabar en manos de mafias.

Entre las posibles soluciones para proteger a los médicos en Atención Primaria y Urgencias este delegado sindical apunta a la necesidad de que haya un control más estricto respecto a este tipo de fármacos, que requieran de un visado por parte de un inspector además de la preceptiva receta.

«La demanda de estas recetas es un problema añadido que hasta ahora no estaba tan identificado como origen de muchas agresiones, que no tienen una única causa sino que suelen ser multifactoriales», indica.

Una de las amenazas más recientes a un galeno se produjo en un centro de salud de San Juan de Aznalfarache (Sevilla), donde un paciente advirtió a un doctor de que iba a «necesitar a la Guardia Civil y al Ejército» para defenderse después de negarse a recetarle Rivotril bajo coacciones e insultos.

Sin indicios

A pesar de la realidad de la que advierten colegios y sindicatos médicos, desde el Plan Nacional sobre Drogas, dependiente del Ministerio de Sanidad, apuntan que no cuentan con indicios de un «consumo relevante» de karkubi en España.

Sí que existe, indican, un elevado uso de medicamentos hipnosedantes prescritos y una pequeña parte puede desviarse al mercado ilegal.

El programa de intervención desde la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas Energy control, de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD) y financiado parcialmente desde Sanidad, publicó recientemente una nota informativa sobre el karkubi en la que explicaba que el comercio ilícito de clonazepam desde Argelia a Marruecos, o desde España a la nación alauí, es un «fenómeno bien documentado».

Aclara, no obstante, que no existen estadísticas sobre el uso combinado de clonazepam y hachís en personas con pocos recursos, y que «nada indica» que se esté ante un fenómeno de magnitud.