En prácticamente un año Miranda ha perdido a tres panaderías tradicionales. Los tres obradores contaban con varios despachos repartidos por la ciudad, por lo que ese vacío se nota tanto entre los vecinos, como en la hostelería y en los pequeños negocios a los que suministraban. Los dos proveedores locales que quedan no dan abasto con la demanda y aunque hay que añadir varios distribuidores que acuden desde pueblos de La Rioja y Álava, el desabastecimiento se nota. Por este motivo, bares y tiendas de barrio buscan fuera lo que ahora no encuentran en casa.
Uno de los panaderos tradicionales que queda en Miranda reconoce el problema, aunque Adolfo Bastida de La Casa del Jamón lamenta que "no es algo local, porque este es un trabajo muy sacrificado y durante mucho tiempo no se ha valorado". Elaborar una barra de pan no solo lleva harina, sal y otros ingredientes, porque sin el esfuerzo y el sacrificio de los profesionales no podría llegar a la mesa. Esa dureza del oficio y la competencia de los supermercados han empujado a muchos a tirar la toalla y la situación actual evidencia que "no existe el relevo generacional", sentencia Bastida.
"Cuando nos instalamos nosotros a principios de los 90 estábamos catorce panaderos, más los que venían de fuera", recuerda con cierta nostalgia el responsable de la Casa del Jamón, quien reconoce que tras los últimos cierres "hemos tenido que decir a mucha gente que no". Su margen para ampliar la cantidad de barras por día está limitado, pero añaden que aunque podrían coger más clientes, "cuando llegue un pico de trabajo como San Juan del Monte o Navidad, pues igual no podríamos atenderles y no queremos quedar mal".
A pie de calle el cierre de los obradores se nota y la consecuencia del desabastecimiento queda claro. Aunque las panaderías compiten con los supermercados, en días festivos por ejemplo hay un aluvión de clientes, pero no todos consiguen el pan que quieren. En La Andaluza reciben barras de la localidad riojana de Cenicero y su responsable, Blanca Claver, admite que desde que comenzaron a cerrar los despachos "se ha notado mucho y la mayoría de los días vendemos todo", matiza. Aun así, "por falta de tiempo nosotros no podemos hacer más pan" y también han tenido que decir que no a los bares y negocios que han llamado a su puerta.
La última panadería tradicional que cerró en Miranda fue la de La Moderna. Marisa Giralda del bar Bing Bang tenía contratado con ellos el suministro, aunque ahora ha tenido que buscar una solución. Por ahora, la ha encontrado en la localidad riojana de Cuzcurrita, "pero solo he conseguido que me lo dejen en un punto en Miranda y tengo que ir yo a por él, por lo que tampoco es lo ideal", admite la responsable de la cafetería, quien afirma que "no quiero dar pan congelado a los clientes".
En negocios de barrio también lo notan, como reconoce Carlos Vintimilla, quien regenta una tienda de ultramarinos en el barrio de La Charca y una frutería en la calle Concepción Arenal. Hasta ahora recibía de dos obradores locales, pero el último cierre le ha afectado y el que conserva no puede suministrarle el doble. "Ahora mismo no hay pan en la ciudad, pero también tiene que salirles rentable venir a los de fuera", lamenta Vintimilla, quien reconoce que busca fa la desesperada, ya que este artículo supone "un gancho que atrae gente" y ahora mismo no cubre toda su necesidad.