Editorial

La Fiscalía entra en acción y eleva el 'caso Rubiales' a otra categoría

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La decisión de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de abrir diligencias de investigación al presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, por un presunto delito de agresión sexual por el beso que dio a la futbolista Jenni Hermoso durante la celebración del Mundial ha elevado este caso que está centrando la actualidad informativa de los estertores de agosto a una nueva dimensión, que amenaza con afectar también a otros responsables de la Federación. Ya no está solo en juego la pérdida del cargo, y con ella la de la abultada percepción económica que lleva aparejada, sino que se enfrenta a un delito que está penado con entre uno y cuatro años de cárcel. Eso sin olvidar que su carrera profesional y su prestigio personal han quedado completamente mediatizados por un incidente que ha soliviantado a toda la sociedad española.

Una vez más se demuestra como la mala gestión de una crisis solo sirve para multiplicar sus efectos devastadores. En vez de asumir su error desde el primer momento y las consecuencias, Luis Rubiales intentó retorcer la realidad de los hechos, presionó a la jugadora y a su entorno y se enrocó en un discurso delirante. Esta actitud, lejos de aplacar las críticas, ha encendido los ánimos y ha unido a todo el fútbol femenino mundial, que ha mostrado su unión sin fisuras con Jenni Hermoso, al tiempo que exige medidas contundentes contra el autor de esa agresión. Hasta la propia futbolista se vio obligada a emitir un comunicado insistiendo en que el beso no fue consentido que es lo que, a la postre, ha motivado la acción de la Fiscalía. Por si no hubiera suficientes ingredientes en este culebrón, la insensatez de la madre de Rubiales encerrándose en una iglesia para denunciar la «cacería» contra su hijo ha acabado por convertirlo en un vodevil.

Más allá de las implicaciones del 'Caso Rubiales', que ha puesto en entredicho también la continuidad de los dos seleccionadores nacionales de fútbol por sus aplausos al discurso de Rubiales del viernes, estamos asistiendo a un cambio de percepción de determinadas actitudes que antes eran consideradas normales e incluso afectuosas y que hoy se demuestran claros ejemplos del machismo imperante. La sociedad española ha mostrado con este incidente su intolerancia absoluta hacia este tipo de acciones que no hacen sino menospreciar a la mujer y vulnerar sus derechos. La pelota está ahora en el tejado de la RFEF, que con su reunión de ayer demuestra haber comprendido la gravedad de los hechos y a partir de ahí tiene que actuar en consecuencia, so pena de que el incidente acabe salpicando a todos los estamentos del fútbol nacional y afecte a su imagen en el exterior.