Solo tres semanas después de que las campañas de vacunación frente a la gripe y frente a la enfermedad del coronavirus se abrieran a la población general -primero se priorizó a usuarios de residencias de ancianos- se aprecia clara desigualdad en la respuesta a una y otra entre quienes tienen recomendadas sendas profilaxis, que son las personas de más de 60 años. Así, mientras que ya son casi 40.000 los burgaleses que se han protegido de los virus gripales (39.577, según datos oficiales), hay menos de 30.000 personas con refuerzo ante una forma grave de covid (29.186, siempre según datos oficiales).
No hay una explicación concreta a esta divergencia, pero los más de cuatro años de convivencia con el SARS-CoV-2 pueden haber contribuido a que se le pierda el miedo. Y, entre otras cosas, porque la mayoría de la población se ha contagiado una o más veces sin que, finalizada la vacunación masiva del 2021, haya habido impacto significativo en los hospitales a causa de la covid.
De hecho, pocos recuerdan que, hace ahora cuatro años, el HUBUestaba al borde del colapso por la nueva enfermedad: llegaban muchas más personas con necesidad de ingreso que las que estaban en disposición de recibir el alta para seguir con el tratamiento en su casa, no porque estuvieran recuperadas. El 10 de noviembre del 2020 se alcanzó el récord de ingresados al mismo tiempo por la covid en el hospital de la capital, con 303 en planta y otros 43 en la UCI. Es decir, que casi la mitad de las camas convencionales de todo el hospital estaban dedicadas a la pandemia y en críticos, cerca del doble de la dotación original (27 puestos, de los cuales solo 24 se utilizaban cuando estalló la pandemia). Y a esto hay que añadir los pacientes con patología diversa, porque en noviembre del 2020, a pesar de estar viviendo lo peor de la pandemia en Burgos -la segunda oleada de contagios- la vida continuaba.
El punto de inflexión entre aquella situación y la caída del interés por la dosis de refuerzo se produjo en 2021, con la vacunación masiva. La administración a destajo de las dos dosis que garantizaban menos riesgo de complicaciones en caso de un contagio por coronavirus permitió que se recuperara la normalidad, pero, al mismo tiempo, provocó lo que los expertos han denominado después 'fatiga vacunal'.
Hace apenas dos días que el Consejo General de Enfermería afirmaba que esta especie de cansancio ante las campañas de inmunización explica la discreta respuesta a profilaxis como la protectora frente al herpes zóster o el neumococo (en la provincia, el 50% de las personas convocadas en sendos casos) y, ahora, también en la del coronavirus.
Entre 60 y 70 años. La comparación entre las dos campañas activas ahora, la de la gripe y la covid, se hace en esta información en base a los últimos datos oficiales publicados, correspondientes al comienzo de esta semana (3 de noviembre en la de la covid y 4 de noviembre en la de la gripe).
Y, así, según la información disponible, se observa que Sacyl ha administrado menos dosis de refuerzo frente a la covid que frente a la gripe en todas las franjas de edad, pero en la que puede recibir sendas profilaxis por recomendación general, los mayores de 60 años, la mayor diferencia se encuentra en el grupo de entre 60 y 69 años: 6.500 personas protegidas frente a la covid grave y 9.989 frente a los virus gripales. Esta diferencia se arrastra en el resto de franjas de la cohorte, con 22.658 dosis contra la covid administradas, pero 29.588 para la gripe. Algo posible porque la vacunación es voluntaria en España.