Gracias a un hostelero de cutio

P.C.P. / Neila
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Neila celebra el cumpleaños y la jubilación de Emilio Medel, El Macho, un bar de referencia en la Sierra durante los últimos 40 años que mantendrá abierto su mujer, Rosa

Los vecinos de Neila le entregaron ayer una placa para agradecerle su trabajo durante las últimas cuatro décadas. - Foto: P.C.P.

Quizás en otros lares hubiera sido un hostelero de tronío, con un local de pompa y boato. Él, que con 15 años vestía chaqueta en la Sociedad de Quintanar. Quizás en otros mares tendría hoy un emporio discotequero. Él, que pilotaba una Torrot y le quedaban los pantalones de campana blancos como al primo de John Travolta. 

Pero no. Eligió esta tierra y esta costa del Oxígeno. Eligió ser hostelero de cutio, que viene del latín quottidianus y según el Diccionario de Autoridades del siglo XVIII significa de diario. De lunes a domingo, sin descansar ni el día que se casaba una hermana. Un lujo por y para Neila. Emilio Medel, El Macho, cumplió ayer 65 años. Y lo celebró con una fiesta de cutio un lunes, ese día que quiere que su mujer, Rosa, se tome libre cuando le suceda al frente de la barra.

¿Y quién hay un lunes en Neila? Pues el alcalde, el teniente de alcalde, el exacalde, la panadera de Huerta de Arriba, el panadero de Quintanar de la Sierra, la chica del bar de Tolbaños de Arriba, el alguacil, la secretaria, el conductor que lleva y trae al cole a la única niña del pueblo, el forestal, el periodista, el jubilado de la Schweppes, el de Correos, quien surcó los mares y aquel que nunca viajó lejos. Toda esa microcomunidad que mantiene vivo el ecosistema rural y sabe que sin El Macho se acabarían los clásicos Madrid-Barça, no se podrían ver hoy en el periódico, a la tía Pili no le llegarían las medicinas y en Nochevieja los nietos se quedarían en la capital, porque a ver abuelo dónde vamos a ir a bailar.

Gracias a un hostelero de cutioGracias a un hostelero de cutio

Medel empezó de camarero a los 15 años en Quintanar. Era el mayor de 5 hermanos, «no tenían padre y no había más jornal que el mío», recuerda Concha, su madre, que a punto de cumplir los 95 presume por igual de memoria y de hijo. Le compró la casa para que se hiciera un bar más grande porque el que tenía a la vuelta de la esquina era muy chico, y le ayudó sacarlo adelante hasta que se casó. Hoy, ella recibe de vuelta todo ese cariño que sembró.

En su primer empleo conoció a Poli, que era camarero como él pero en el Sanza, y cuando este cogió el bar de Palacios allá que se fue, con otros 6 o 7. «No les pagaba, saqueaban la caja», bromea. Y también las baldas, añaden estos quintos, que ya hace planes con el tiempo libre que se supone le va a sobrar ahora. Después trabajó en Madrid, Barcelona, Mallorca... Mucha vida, pero la casa tira. Y a Neila volvió hace 40 años, para discutir de fútbol, poner sus famosos cacahuetes de aperitivo y servir esos torreznos que los domingos saben a gloria.

Y empezó el vermú. Durante meses ha corrido el rumor por el pueblo de que iban a quedar sin bar y sin pan. Por eso ayer fue un lunes de cutio pero también de fiesta. El Macho se va, pero su mujer, la Rosa (esto es un pueblo, qué le vamos a hacer), se queda. Los vecinos le regalaron un 'Cumpleaños feliz' en la plaza del pueblo y el alcalde, Marino Olave, le entregó una placa en la que se leía: 'Del Ayuntamiento de Neila y sus vecinos a Emilio Medel, El Macho, en agradecimiento por todos estos años de compromiso, paciencia y profesionalidad'.

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Y después empezó el vermú, a la misma hora que los domingos después de la misa. Y al cierre de esta edición, aún quedaban los rezagados. Eso de que nunca se ha de tomar la última, es religión en Neila. ¡La penúltima va por ti, Macho!