Entre mayo y noviembre -a excepción de octubre- los trabajadores burgaleses ganaron poder adquisitivo. La negociación colectiva entre sindicatos y patronales o empresas logró incrementos de las nóminas por encima de lo que se encareció la vida (Índice de Precios al Consumo) en la provincia. Tras encadenar más de dos años con una inflación desbocada, prácticamente imposible de contrarrestar con las subidas salariales pactadas, el 2023 fue un curso de recuperación para el grueso de los empleados de la provincia. Hay que remontarse al 2008 para encontrar un ejercicio en el que las retribuciones de los empleados de la provincia hayan sido tan elevadas.
No obstante, el último periodo del curso y -especialmente- el primer trimestre del 2024, han supuesto una contención en el aumento de las nóminas que la parte social consigue 'arañar' a la parte privada. Si entre verano y otoño las retribuciones acordadas llegaron a cotas del 3,15%, en estos momentos a duras penas sobrepasan el 2,5%. Desde diciembre los trabajadores que han visto renovado su convenio ven cómo el precio de la vida, es decir, la inflación, es superior a lo que sus nóminas suben. En enero las nóminas pactadas por convenio colectivo aumentaron un 2,5%, porcentaje que ha crecido de manera ligerísima tanto en febrero como en marzo hasta el 2,53% en ambos casos.
Por contra, el IPC ha vuelto a superar la marca de los tres puntos: en enero, con el arranque del año y la actualización de muchos precios y tarifas, se disparó hasta el 3,7% (en diciembre se quedó en el 3%), mientras que en febrero bajó al 3,2% y en marzo aumentó dos décimas hasta el 3,4%. De este modo, los 62.881 trabajadores que han visto actualizado su marco laboral en el primer trimestre del año han perdido poder adquisitivo. Concretamente casi un punto porcentual, una cifra que amenaza con marcar una tendencia que poco a poco parece consolidarse.
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