La inteligencia artificial ayuda y complementa, pero todavía es incapaz de reemplazar a la creatividad humana. Así lo pone de manifiesto un estudio de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) que ha bebido de las fiestas de interés turístico de Castilla y León, y que el próximo 22 de diciembre defenderá en Pekín, en el marco de la Conferencia Internacional sobre Contenidos Generados por IA (AIGC 2024), Matías López Iglesias, uno de sus autores, junto a Jose Luis Carreño y las ayudantes de investigación Sandra González Parra y María Teresa Gigosos Tamariz, del departamento de Comunicación de la institución académica. Se trata de un encuentro que cuenta con el apoyo de numerosos institutos y universidades, como la de Shanghái, Hong Kong, la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, el Centro RIKEN para Avanzados Proyecto de Inteligencia (AIP), la Universidad de Durham y de la de Nanyang, entre otros.
El trabajo, que también ha sido admitido para su publicación en la 'Visual Review. International Visual Culture Review ', demuestra la llamada teoría del valle inquietante, acuñada por el japonés y experto en robótica Masahiro Mori en 1970, y que señala que las réplicas antropomórficas (androides) que son muy similares a la realidad humana generan cierto rechazo o miedo en el cerebro humano.
El proyecto surgió a partir de un proyecto para catalogar las fiestas de interés turístico de Castilla y León, financiado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte. El trabajo sirvió para consolidar una base de datos de toda la información de estas fiestas, así como el interés cultural que suscitan. Para hacerlo más atractivo, los autores, comenzaron a recopilar también fotografías y el hecho de que no contaran con imágenes de todas estas celebraciones, o que tuvieran derecho de autor, supuso un inconveniente y a la vez una oportunidad, explica Matías López a Ical.
"Decidimos recurrir a la inteligencia artificial para generar ese tipo de imágenes" y, tras educar a un programa y llenarlo de datos (características, fechas, antigüedad, implicaciones sociales, imágenes), solicitaron que la IA creara 133 ilustraciones, al menos una para cada fiesta. Pero, precisa, el resultado no les convenció y decidieron encuestar a 500 personas, de diferentes edades, pueblos y niveles educativos, para comprobar si se adecuaba lo que representaban estas imágenes creadas por la inteligencia artificial, o si preferían la representación original de las fotografías. El estudio analizó conocimientos de la fiesta, opinión sobre la parte cromática, simbólica y otros elementos denotativos y connotativos, centrándose en la familiaridad y parecido real con la fiesta.
"Lo que observamos es que, aunque a la gente le gustaba la estética, o sea la apariencia que tienen estas 133 lustraciones generadas por la inteligencia artificial no las identificaban y había algo, como que no veían, que percibían como raro. Esto estaba relacionado con la teoría del valle inquietante, que se traduce en que cuando algo está fabricado íntegramente por un robot, lo vemos bien mientras parezca artificial, pero cuando empieza a parecer un producto demasiado humano nos genera una inquietud o una reacción en el cerebro, como de que esto que parece real, no lo es", añade.
Pese a las aportaciones y las capacidades de la inteligencia artificial, el trabajo de muestra que todavía "algo falla", y que todavía es incapaz de engañar al ser humano. "Recurrimos a imágenes fueran pictóricas para que ese sesgo de la realidad no fuera tan claro", precisa, y aclara que también se detectó que la IA no diferenciaba entre las características de unas fiestas y otras, fiestas similares como procesiones de semana santa, festejos taurinos, los bailes tradicionales, o las características de los trajes tradicionales propios de cada provincia.
"Lo fusionaba todo mucho. De hecho, vimos que la herramienta cogía información de fuera de lo que le habíamos dado nosotros, y mezclaba, por ejemplo, los trajes típicos alemanes con los de Castilla y León. Hacía cosas un poco raras".
La principal conclusión, resume Matías López, es que, bajando a determinados niveles, la "inteligencia artificial todavía falla", y que el cerebro humano es capaz de discernir entre lo real y lo creado por un robot. La inteligencia artificial es "incapaz de llegar a donde llega la humanidad sin generar inquietud", y el ser humano es "muy suspicaz a todo aquello que no haya creado él mismo". Es más, al igual que ocurre con las imágenes, esta percepción se da en los textos, ya sean novelas o informaciones, donde el cerebro detecta que falta un "punto de humanidad y provoca esa suspicacia". "Llevado a la cultura, a los aspectos más emocionales del ser humano, a todo el acervo que nuestra sociedad ha ido recogiendo a lo largo de los años y lo ha plasmado, ya sea en una fiesta, en un cuadro, en una novela… ahí es donde todavía la inteligencia artificial no llega. Intenta emularlo, pero hay algo ahí de lo que todavía no es capaz, donde aún no puede engañarnos", sentencia el profesor de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.