El mercado de la robótica móvil va a crecer durante los próximos 5 o 6 años a razón de un 20% anual. Estas previsiones tan alentadoras de las que, por el momento, nadie duda, conjugan a la perfección con las expectativas que manejan en el seno de ABB. Este gigante tecnológico con sede en Zúrich (Suiza) compró en verano de 2021 la fábrica de ASTI, en Madrigalejo del Monte, y desde su desembarco en tierras burgalesas no ha dejado de crecer. Tanto que el taller y las oficinas se les han quedado pequeñas, por lo que han tenido que alquilar una nave anexa a sus instalaciones para dar un respiro a sus líneas de producción de robots móviles autónomos (AMR).

«Solo por la subida del mercado ya vamos a registrar un crecimiento orgánico», reconoce Alfonso González, director global del negocio de Robótica Móvil Autónoma de ABB Robotics. Sin embargo, y he aquí la cuestión, esta unidad de negocio está desarrollando una oferta de producto y centrándose en segmentos clave (automoción, logística o industrias de consumo) que provoca una constante demanda de sus vehículos para flexibilizar todo tipo de procesos de fabricación. La compañía tiene decidido seguir apostando por Burgos y ultima una ambiciosa ampliación de la planta para duplicarla, que vendrá de la mano de un aumento de su plantilla.

La división de AMR en España está formada por 350 trabajadores, de los cuales más de 300 tienen su sede en Madrigalejo. Pues bien, si el mercado de la robótica cumple con lo esperado y se multiplica de aquí a 2030, la fábrica de ABB podría alcanzar los 600 empleados. «En 2023 hemos vendido el doble de lo registrado en 2020. Tenemos buenas expectativas», reconoce. El incremento de personal, como no podría ser de otra forma, vendrá de la mano de un esperado incremento de las instalaciones.

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