Hace 123 años en el Teatro Principal de Burgos se escuchó por primera vez una obra que «ha marcado un antes y un después dentro del repertorio de la guitarra». Miguel Llobet estrenaba la única composición que Manuel de Falla creó para este instrumento, Homenaje a Debussy, y además lo hizo con dos transcripciones del propio Llobet sobre El amor brujo: Romance del pescador y Canción del fuego fatuo. «Las transcripciones las hizo pocos años después de que Falla diera a conocer El amor brujo. Llobet se dio cuenta de la importancia de la obra y fue también su forma de explicar al gran compositor las posibilidades que tenía el instrumento. Lo interesante, por otro lado, es que Falla era una persona muy exigente y avaló y alabó esas piezas». Quien así lo ve es Miguel Trápaga, uno de los grandes guitarristas europeos, que el jueves actuará por primera vez en Burgos volviendo a interpretar esas obras como se hizo en su estreno aquí en 1921.
Ese vínculo con la ciudad hace del concierto programado por la Sociedad Filarmónica algo especial, más aún cuando Trápaga inicia el ciclo La estela de los Sainz de la Maza, que dedicado a la guitarra la entidad ha incorporado esta temporada. «Que en Burgos se hagan este tipo de conciertos es de agradecer porque la historia de la guitarra con esta provincia es especial. Empezando por Regino y Eduardo Sainz de la Maza, que forman parte del repertorio cultural y del bagaje guitarrístico más importante del siglo XX. Pero también está la Sonata para guitarra, de Antonio José, que es una de las obras más importantes. Y que la obra de Falla se estrenará aquí no hace más que agrandar esa historia».
Trápaga ha titulado el concierto La guitarra en tiempos de Falla, porque al margen de esa pieza unida a la ciudad para siempre ha confeccionado un repertorio con Albéniz, Ponce, Turina y Moreno Torroba: «Hay un triunvirato importante que son Falla, Albéniz y Joaquín Turina. Los tres coinciden en París y hacen una especie de alegato sobre que la música española tenía que tener una impronta especial». El mexicano Ponce fue también amigo y Torroba compuso en la misma época. «Es un momento de esplendor para la música española y también para la guitarra, porque en ese periodo componen autores que no son guitarristas, y eso es lo esencialmente importante y diferente con respecto a lo que había pasado en las décadas anteriores». El pistoletazo de salida lo dio Falla y gracias a él hoy «es un instrumento que está muy bien atendido por los compositores». En el auditorio de la Fundación Círculo de la calle Ana Lopidana, a las 20:15 horas (15 euros para los no socios).