La imperiosa necesidad de sacar el tren del medio de la ciudad o de crear nuevo suelo industrial obligó al Ayuntamiento de Burgos a poner en marcha los consorcios de la Variante Ferroviaria y de Villalonquéjar. Dos décadas después de la constitución de estos dos entes, el trazado del bulevar no se ha llegado a completar (el grueso se hizo pero queda algún tramo sin hacer y otros se han ejecutado en versión low cost) y la ampliación del polígono hace tiempo que se hizo realidad. La factura de estas dos grandes inversiones ha superado ya los 400 millones de euros, seguirá creciendo con el pago de los intereses y ahora mismo nadie se aventura a pronosticar cuándo se terminará de abonar.
Más allá de las interpretaciones que se puedan realizar sobre si el coste de estas dos operaciones ha estado dentro de lo razonable, hay cifras que, sin mayores lecturas, se ven a simple vista contundentes. Aunque se han ingresado la friolera de 200 millones de euros por la venta de suelo (154,6 en el caso del Desvío y 44,4 en el de Villalonquéjar) ese dinero no ha servido para saldar el gasto que han conllevado estos dos proyectos de ciudad. Básicamente porque aún quedan, según la foto fija del 31 de diciembre del año pasado, 203 millones de euros de deuda pendientes de pagar. Eso, sin contar con los intereses que hay que abonar a las entidades financieras hasta que se terminen de pagar los créditos.
Dicho de otra manera, estas cifras muestran que los consorcios le han costado a la ciudad hasta el momento al menos 400 millones de euros. Una cifra que con toda seguridad se queda corta pero que sirve al menos para hacerse una idea de la magnitud del coste que han tenido estas operaciones para el Ayuntamiento. Los representantes públicos no han tenido nunca demasiadas interés en explicar con detalle los grandes números. Es probable que no se haya querido mirar hacia atrás ya que en un principio se habló de que la construcción de los doce kilómetros del bulevar exigiría un desembolso de unos 95 millones de euros.
Lo cierto es que el Consorcio del Desvío ha ingresado por ventas 154,6 millones de euros y aún debe 122,8 de los tramos A y B de la deuda. En otras palabras, ni con 277,4 millones de euros se ha pagado la transformación de las vías en el bulevar.
En el caso de Villalonquéjar, las cifras del consorcio muestran que se han obtenido 44,4 millones de euros en ventas y quedan por pagar otros 80,4 de deuda (más los intereses). Es decir, la última ampliación del polígono va a terminar costando más de 125 millones de euros.
Para ser conscientes de las magnitudes, los más de 400 millones de euros que han costado los consorcios son una cifra muy similar a los 418 millones del presupuesto de ejecución de los 60 kilómetros de la autovía A-73 (Burgos-Aguilar) y no están demasiado lejos de los 540 millones de los alrededor también de 60 kilómetros de la autovía A-12 (entre Burgos y Santo Domingo de la Calzada). Datos estos últimos que facilitó a finales del año pasado el Ministerio de Transportes.
Si al Gobierno Central le está costando una eternidad culminar las obras de estas dos autovías, sobra decir que supone para un Ayuntamiento de una ciudad de tamaño medio como Burgos tener que asumir un desembolso de estas características. En realidad, es bastante ilustrativo echar la vista al pasado y también al futuro para ver que el Consistorio dedicará varias décadas a sufragar estas dos actuaciones.
Los 400 millones de euros que se han llevado los consorcios equivalen al coste que tendría levantar veinte Mercados Norte o cuarenta Coliseum. O si se prefiere, a cuatro veces lo que costó la totalidad de la ronda interior, según los datos que aportó el Ayuntamiento hace un par de legislaturas.
Los consorcios llegan ahora a su final después de que tanto el Ayuntamiento como la Fundación Caja de Burgos hayan entendido que han perdido su utilidad.
¿Realmente su problema ha estado en no obtener los ingresos esperados? No parece poco haber logrado 200 millones en ventas ya que esa cifra puede crecer aún. Al menos se desconoce que hubiera unas previsiones más optimistas en origen. ¿Arrojará la disolución más luz sobre el asunto?
A lo largo de los próximos meses, el Ayuntamiento deberá enfilar la disolución de los entes y lograr unas nuevas condiciones de financiación para frenar los elevados interés que se están pagando en este momento por la llamada deuda sostenible (la que en teoría se tiene que sufragar con la venta de suelo).
El anuncio del Banco Central Europeo (BCE) de rebajar las tipos de interés un cuarto de punto puede, una vez que se ha llegado hasta este momento sin mover ficha, beneficiar a los consorcios de cara a conseguir un mejor acuerdo de refinanciación.
La idea del Ayuntamiento es sacar la deuda a licitación y hacerlo en lotes de diez millones de euros, de tal manera que así puedan atraer al proceso al mayor número de entidades financieras. Los servicios económicos creen que de esta manera pueden lograrse condiciones más ventajosas. Por otro lado, se trabaja ya en que sea la Sociedad de Promoción quién asuma la labor de los consorcios.