Una megaplanta fotovoltaica con 175.000 placas en Sotresgudo

L.M. / Burgos
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Los vecinos de la pedanía de Sotovellanos recelan del proyecto solar y sobre todo del trazado escogido por los promotores para la línea de evacuación. Llevan presentadas decenas de alegaciones sin éxito

Imagen de archivo del montaje de un parque solar de la provincia de Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

La proliferación de todo tipo de proyectos de energías renovables llega en algunos casos a términos realmente cuestionables. El último en engrosar esta lista son los parques solares OPDE Herrera 1 y OPDE Herrera 2, que ultiman su tramitación y que inundarán cerca de 200 hectáreas de terreno cultivable en una finca privada dentro del término de Sotovellanos.

La treintena de vecinos de este pueblo, perteneciente al Ayuntamiento de Sotresgudo, llevan meses resignados ante la construcción de este auténtico megaparque de 175.000 paneles fotovoltaicos y de la línea de evacuación que circulará muy cerca de su casco urbano. Para hacernos una idea, solo las placas -sin contar con el perímetro cerrado del recinto final- ocuparían casi medio centenar de campos de fútbol. En un primer momento se planteó la instalación de alrededor de 192.000 placas, aunque las exigencias de las administraciones han rebajado la cifra aunque no en exceso.

El alcalde pedáneo, Roberto Andrés, reconoce que si bien el proyecto se ubicará en dentro de los límites de un terreno particular, los habitantes «no están para nada encantados». Es más, reconoce que desde que se iniciaron los primeros trámites administrativos en septiembre de 2019 los vecinos se mostraron en contra, especialmente por el recorrido del ramal de alta tensión que conectará el parque con la central de Herrera de Pisuerga. «Hemos presentado multitud de recursos pero, de momento, no han servido para nada», asegura.

El complejo fotovoltaico, promovido por la mercantil madrileña Otras Producciones de Energía Fotovoltaica (OPDE), tendrá una potencia instalada de 81,072 MW (equivalentes a 93,62 MW de potencia pico).

La energía se evacuará a través de una red subterránea de media tensión hasta la subestación eléctrica de Amaya, ubicada en los alrededores de la planta. Desde aquí partirá una línea aérea hasta otra instalación en Herrera propiedad de Red Eléctrica de España (REE).

«Hemos propuesto otro trazado para la red de evacuación que es incluso más corto que el que han proyectado ellos, pero no nos hacen ni caso», reconoce Andrés, que asegura que ningún vecino ha firmado las expropiaciones necesarias para que se puedan acometer esos trabajos. Durante un mes un empleado de la energética estuvo tratando de lograr alguna rúbrica para poder hacerse con los terrenos pero, tal y como indica el alcalde, «se fue sin ninguna».

En un primer momento, tal y como recuerda el regidor, la intención de la compañía energética era la de tirar la línea de evacuación hasta la vecina localidad palentina a través de un tendido aéreo. Los habitantes de Sotovellanos se rebelaron y la administración y mediante la presentación de decenas de alegaciones se logró obligar a la empresa a soterrar parte de ese conducto.

Jaque al medio ambiente. Durante su construcción, tal y como se recoge en el estudio de impacto ambiental que acompaña al expediente y que se publicó en el BOE, se producirá la pérdida de suelo por desbroce y despeje, lo que puede favorecer el inicio de «procesos erosivos». Además, se advierte de una alteración de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas provocado, principalmente, por vertidos accidentales en las instalaciones de obra, gestión de residuos, mantenimiento de maquinaria...

En la fase de explotación del complejo, el principal impacto de la planta fotovoltaica será la pérdida directa de hábitat, en especial para las aves esteparias, ya que el recinto se sitúa sobre un espacio «adecuado» para estas especies. No obstante, al tratarse de un biotopo ampliamente extendido en la zona de estudio, es considerado como «compatible».