Por la salud de los europeos

M.S.B. / Burgos
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Burgalesa del 76, Virginia Rodríguez Unamuno lleva 12 años en la Agencia Europea de Sustancias Químicas, ahora como jefa del Área de Nanomateriales. Antes trabajó en Madrid y en Ispra (Italia)

Virginia Rodríguez, en Helsinki ante el tradicional desfile de estudiantes disfrazados al acabar el Bachillerato. - Foto: V.R.U.

Burgalesa del centro de la ciudad (calle Almirante Bonifaz, "la envidia de mis amigos los fines de semana"), Virginia Rodríguez Unamuno se estableció hace 12 años en Finlandia arrastrada y atada por la ciencia. Tras pasar por varios organismos y especialidades en España e Italia, ahora es la jefa del Área de Nanomateriales de la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, siglas en inglés), con sede en Helsinki.

Esta cordial investigadora estuvo desde la guardería hasta COU en el Colegio Jesús Reparador (Reparadoras). Se licenció en Químicas en la Universidad de Burgos, con un año de Erasmus en Gante (Bélgica). Otros seis meses los pasó con una beca predoctoral en la Universidad de Liverpool (Inglaterra), doctorándose después en Ciencias Biológicas Aplicadas en la citada ciudad belga. Las prácticas laborales las realizó durante el último curso de carrera en una granja porcina de DEGESA en Villanueva de Argaño y en la Central Nuclear de Santa María de Garoña.

Con todo ese bagaje formativo en las maletas y la ilusión de crecer entre laboratorios, investigadores contrastados y muchos retos y legislaciones a la vista -primero españolas y luego comunitarias-, esta aficionada al taichí, la cocina, el piano y los libros de misterio se fue a Madrid, donde estuvo dos años y medio dedicada al control de alimentos y de medicamentos.

De ahí dio el salto al ámbito europeo. Desde la pequeña y norteña ciudad italiana de Ispra durante 3 años veló por la salud de los consumidores del Viejo Continente.

A Virginia Rodríguez le encanta lo que hace: "Me dedico a lo que he estudiado y mi trabajo tiene un impacto real en la sociedad. Influye en la forma en la que se regulan productos químicos en Europa. Mi trabajo me permite aplicar avances científicos en la legislación para evitar riesgos para la salud en el medio ambiente", afirma.

Esta brillante burgalesa, que está haciendo el Máster en Física Médica por la UNED, señala que le gustaría "profundizar más en la aplicación de la nanotecnología aplicada a la medicina desde la perspectiva regulatoria".

A corto y medio plazo se ve en la actual ocupación en la capital finlandesa. Y a largo plazo, cumplido el ciclo laboral, en algún sitio con mar, pero no en el sur de España: "Pasando de 28 grados, no soy persona", detalla.

Su segundo apellido, Unamuno, llega de Bilbao, de donde es su madre, aunque no le consta ser familia directa de Don Miguel. Habla inglés, francés, italiano, holandés y un poco de portugués y alemán. El finés se le resiste.

De los finlandeses destaca "lo poco que se estresan en el supermercado. Es una gozada llegar a la caja y poder meter la compra en la bolsa tranquilamente, sin que el de detrás te eche mal de ojo. También me gusta que puedes hacer cosas solo (comer en un restaurante, ir al cine, viajar...) y no sentirte observado. Pero lo que más me gusta de Finlandia es el silencio como ausencia de contaminación acústica".

Por contra, no acaba de encajar bien el hecho de que sus vecinos sean "poco flexibles y, dependiendo de la situación, la espontaneidad les descoloca".

En cualquier caso, esta química, bióloga y física amante del fresquito seguirá trabajando a orillas del mar Báltico para que los europeos estemos más sanos y para que la ciencia alumbre y mejore nuestras leyes.

Por encima

"Finlandia es un país muy interesante y con oportunidades en el sector tecnológico. Y si eres de Burgos, el frío ya lo traes de casa, así que no debería ser un impedimento", dice Virginia Rodríguez, aunque echa de menos "el cielo despejado", tomarse "un café o un vino de pie en la barra del bar" o "que no te cierren la cocina los restaurantes a las 21.30". Escarbando un poco en su juventud afloran "las fiestas del Parral y ¡esos pinchos con pelusa!; quedar en Garden para ir de fiesta con tus amigos, que si no te esperaban sabías dónde encontrarlos. Normalmente, en La Herrería tomando bravas o en Las Cuatro Torres de cañas", rememora.

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