No tiene que ser casualidad que en los mismos días en los que se cumple el primer centenario del arranque de la carrera literaria de María Teresa León, lo que hizo en este periódico, hayan llegado a la Academia Burgense de Historia y Bellas Artes Institución Fernán González los originales de algunos de los artículos que la autora escribió durante su larga estancia en Argentina. Mª Teresa vuelve al lugar donde todo empezó y lo hace gracias a muchas manos que se han puesto de acuerdo a uno y otro lado del Atlántico para recuperar su memoria y hacerla presente, más si cabe, en esta ciudad de su infancia a la que nunca dejó de estar unida en su pensamiento.
La Fernán González se ha propuesto crear una suerte de fondo que lleve el nombre de la escritora y que se nutra con sus textos, muchos de los cuales aún siguen esparcidos por el mundo. De momento han llegado cinco originales de la revista Mucho gusto, con la que colaboró durante una década. Se trata de un magacín de estilo de vida como se diría ahora, dirigido a las mujeres y con especial atención a la gastronomía. Y así, entre recetas y consejos para recibir a los invitados, León reflexionaba sobre la vida. Los ejemplares que ya están en la Academia son los correspondientes a febrero de 1955, mayo y junio de 1956, julio de 1957 y junio de 1962. También se ha conseguido una primera edición de su libro Juego limpio. En uno de los textos, El ejercicio de la amistad, María Teresa hace la misma reflexión que en 1925 publicó en su artículo Divagaciones, de Diario de Burgos sobre este asunto y lo termina de idéntica manera, con una cita de Lord Byron relativa a que el mejor amigo es un perro.
Apelaba la autora a las lectoras de forma directa, algo que también había hecho en estas páginas. «Ya ves, amiga mía, que la lejana aventura literaria del hombre se une a la urgencia de libertad», interpela en el titulado Cuentos viejos, ilustrado como muchos otros artículos de esta publicación por Rafael Alberti. Otros lo fueron por Nora Borges.
La oportunidad de colaborar en Mucho gusto se la ofreció a la autora el editor de la misma, Jacobo Muchnik, que dio alas, además, a otros autores españoles en el exilio como el propio Alberti o Jorge Guillén, varias de cuyas obras publicó. La tarea de la articulista se desarrolló entre los años 1954 y 1963 y se alargó incluso a cuando ya se había radicado en Roma (Italia). Según la estudiosa de esta colección de textos, la investigadora Alicia Ovando, hacen un total de 110, en los que nuestra autora sigue mostrando los mismos intereses que en su juventud, entre los que destaca una complicidad extraordinaria con las mujeres, esas que todos los meses la esperaban entre recetas de asado, tortas (como le dicen allí a las tartas) y bebidas refrescantes para el verano.