Objetivo: el último sepulcro

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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El mismo mal que puso en riesgo el trasaltar está arruinando la tumba que Gil de Siloe esculpió para el arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo en la capilla de Santa Ana. El Cabildo busca financiación para frenarlo

El panteón data del siglo XV. - Foto: Luis López Araico

La Catedral está rehabilitada en su integridad. Perfecta. Como nueva. Hay que mantenerla, claro. Y eso tiene su coste diario, aunque parezca imperceptible. Pero queda algún fleco por ahí: se está a la espera de la llegada de las vidrieras de la Capilla del Condestable, proyecto ya financiado y en marcha con cargo al Ministerio de Cultura. Pero el Cabildo lleva meses dándole vueltas a un problema detectado hace tiempo: el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo, obra atribuida a Gil de Siloe que data del siglo XV y se ubica en la capilla de Santa Ana o de La Concepción, sufre el mismo deterioro que a punto estuvo de arruinar los relieves del trasaltar. Esculpido como aquellos con piedra de Briviesca, padece similares problemas de filtraciones de agua que lo están desintegrando. El llamado 'mal de la piedra' que tanto daño ha hecho en la Catedral.

El Cabildo Metropolitano está conjurado para atajar este problema. Según confirma su presidente, Félix Castro, ya están estudiando soluciones y buscando financiación para poder acometer la rehabilitación cuanto antes e impedir así que la 'enfermedad', que lleva años acechando, se propague a otras partes del sepulcro aún intactas, porque otras ya ha sido devastadas, como puede observarse principalmente en los laterales de este ejemplo de sepulcro gótico florido. Fernando Díaz de Fuentepelayo fue hombre de confianza del obispo Acuña. Fallecido en 1492, el arcediano es representado en efigie yacente, con libro en las manos y acompañado de un paje. En el frontal hay relieves que representan el Nacimiento y la Adoración de los Reyes Magos; el conjunto se completa con la Anunciación, Dios Padre y ángeles portando el escudo de Fuentepelayo.

Su sepulcro, en cuya realización pudo trabajar también Simón de Colonia, según los historiadores del arte, sirvió como modelo para otros panteones de finales del siglo XV. Como ya avanzó este periódico hace unos meses, el origen del deterioro podría estar en las humedades que proceden del Castillo; por más que la Cámara Bufa haga de trinchera y de freno, de esas corrientes, este sepulcro no ha podido salvarse. Así que el Cabildo es consciente de que, para afrontar la actuación, se haría necesario levantar el suelo, algo que no se ha hecho durante siglos. Se trata, pues, de una obra de envergadura que exigiría un estudio en profundidad y una inversión no menor a los 120.000 euros, tal y como informó el Cabildo a este periódico.

«Sabemos que es una actuación compleja, pero urgente, por eso estamos estudiando todas las opciones. No queremos que el deterioro avance más. Es un sepulcro importante y muy valioso que nos tiene preocupados y ocupados», subraya el actual deán del primer templo metropolitano.